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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Véase la noticia sobre S. Aurelio. Véase el martirio de S. Jorge, ó Georgio.

Seguro estoy de que en los venideros tiempos, para formar un trasunto de su vida, tendrán que juntar la piedad de David con la sabiduría de Salomón, los triunfos de Alejandro con la prudencia de Marco Aurelio.

Si en este caso, Aurelio, nos bastase Mostrar á estos voluntad trocada, Sin que el daño adelante mas pasase, Tendrialo por cosa yo acertada, Porque deste fingir se grangearia El no estorbarnos nuestra vista amada: Decir á Zara que por causa mia No te muestras tan aspero, y al moro Decir que mucho puede tu porfia, Y guardando los dos este decoro Con discrecion, podremos facilmente Aplacar con el vernos nuestro lloro.

Los primeros mártires que aparecen sentenciados á muerte por el consejo ó mexuar del rey sarraceno son Jorge, Felix, Liliosa, Aurelio y Sabigoto, los cuales fueron decapitados en el mes de julio del año 852. Hasta entonces las causas de los cristianos que se ofrecian al martirio no habian salido de la jurisdiccion de los Cadíes. Véase la vida y martirio de Sta. Sabigoto.

Encendiéronse rápidamente en una llamarada de curiosidad las mejillas del mancebo, y clavó de nuevo en Lucía sus ojos chicos examinándola implacablemente. Miranda.... ¡Ah! ¡Conque es usted la señora, la señora de Aurelio Miranda! repitió, sin ocurrirsele decir más.

Antes de mal rayo mueras Primero que pase el dia. Conmigo las has de haber, Y de modo, que te aviso Que dirá el que nunca quiso: Mas me valiera querer. No estés, Zara, descontenta, Dexa el remedio en mi mano, Que á este falso cristiano, Yo le haré que se arrepienta. No es bien que por mal se lleve. Ni bien llevallo por bien. Cese, Aurelio, tu desden. Con eso el falso se atreve.

Verificóse aquella en el año 853, y cinco años despues vemos al célebre Sanson hallarse de abad en el monasterio Peñamelariense, cuando vinieron á Córdoba por los cuerpos de los santos mártires Jorge y Aurelio los dos monges Usuardo y Olivardo de la abadía de S. German de Paris.

Después aparecen los dos esclavos Saavedra y Pedro Alvarez, y describen los males del cautiverio. Izuf encarga á Aurelio que le concilie las buenas gracias de Silvia, y él finge que se prepara á desempeñar su comisión. La escena siguiente representa un mercado de esclavos, y los horrores de estas compras de carne humana.

Preséntase Antonio, y anuncia á su hija que la obligará á obedecer sus órdenes. Julia queda dudosa; acude entonces Celia, y trae un frasco, que le ha entregado Aurelio, conocedor de todos los secretos de la naturaleza; Julia, para salvarse, ha de beber todo el líquido que contiene. Apúralo la desdichada; siente en seguida los efectos del veneno, y cae en tierra pronunciando el nombre de Roselo.

Ve, señora, al aposento, Que en esta pena crecida O yo perderé la vida, O tu tendrás tu contento. Vanse las moras, y queda AURELIO.

Palabra del Dia

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