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Actualizado: 20 de julio de 2025
La mayor hablaba mucho y reía sin cesar; la segunda, más dócil, imitaba a su hermana en todo. Como eran lindas y se mostraban siempre amables, los jóvenes declaraban que las adoraban; a pesar de esto, hasta entonces ninguno se había presentado como pretendiente. Cerca de las mesas, la señora d'Ornay, coloreada por el reflejo de su sombrilla, daba audiencia a Max Platel.
En Mayo pusieron preso en la Carcel de la Audiencia á don Silvestre de Guzmán, Diputado por la ciudad de las fiestas del Corpus, por un lance que tuvo con los Alguaciles de dicho tribunal. En Cabildo de 23 de Mayo propuso el Jurado Rodrigo Cataño que los moriscos se alisten y se haga cala y cata de sus armas y traigan una señal para ser conocidos.
Aquellos cuatro amigos, ligados por el seis doble, hubieran vendido la ciencia, la justicia y las obras públicas por salvar a cualquiera de la partida. En el salón de baile, donde no se permitía jugar ni tomar café, se paseaban los señores de la Audiencia y otros personajes, v. gr., el marqués de Vegallana, los días de mucha agua, cuando él no podía dar sus paseos.
El duque los examinó rápidamente. Eran los papeles que le había robado el tío Manolillo, y que le tenían sujeto. ¿Qué precio queréis por estos papeles, don Francisco? Yo no vendo seguridades ni en ser soplón he pensado nunca. Lo que quería ya lo tengo, una audiencia vuestra. El duque se acercó á una bujía y quemó uno por uno aquellos papeles.
Así es -respondió el mayordomo-, y tengo para mí que el mismo Licurgo, que dio leyes a los lacedemonios, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado. Y acábese con esto la audiencia desta mañana, y yo daré orden como el señor gobernador coma muy a su gusto.
Muerto el obstáculo más grave, el duque creyó que los demás obstáculos serían fáciles de vencer. Dejó pasar algún tiempo, y un día, al fin, completamente vestido de negro, y de la manera más sencilla, se hizo anunciar á la duquesa. Doña Juana le recibió en audiencia particular; sólo que tenía vestido de negro también, sobre sus rodillas, á su hijo. Con el luto estaba la duquesa encantadora.
Entretanto Zadig conocia que estaba distraido quando daba audiencia, y quando juzgaba; y no sabia á qué atribuirlo: esta era su única pesadumbre.
Pero ostensiblemente pocos se alegraban de lo ocurrido. ¡Era un escándalo! ¡Un adulterio descubierto! ¡Un duelo! ¡Un marido, un ex-regente de Audiencia muerto de un pistoletazo en la vejiga! En Vetusta, ni aun en los días de revolución había habido tiros. No había costado a nadie un cartucho la conquista de los derechos inalienables del hombre.
La banquera pensó ahogarse de satisfacción, y la duquesa, que se apresuraba a pagarle con honras y relumbrones lo que no le pagaba en dinero, exclamó vivamente: ¡Magnífica idea! Yo misma la llevaré... Mañana pido a la señora la audiencia...
Habíale dicho también el criado como iba proveído por oidor a las Indias, en la Audiencia de Méjico. Supo también como aquella doncella era su hija, de cuyo parto había muerto su madre, y que él había quedado muy rico con el dote que con la hija se le quedó en casa.
Palabra del Dia
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