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Actualizado: 17 de julio de 2025
Paz, después de saludarle, no se atrevió a desplegar los labios: carecía de experiencia en tales achaques; pero su instinto femenino le decía que no era ella quien debía hablar primero, y apoyándose en el marco del balcón dejó pasar unos instantes.
Fui el único que no se atrevió a besar a la señora De Nièvres al volver de la iglesia. ¿Lo notó ella? ¿Hubo en su ánimo un movimiento de despecho o cedió simplemente al impulso de una amistad acerca de la cual, pocos días antes, quiso establecer por sí misma compromisos muy sinceros?
Pues no faltaba otra cosa... Y lo que es esta noche te como... No me engatusarás con tus zalamerías». Juan, aunque bien hubiera querido contradecir los optimismos de su padre y amigos, no se atrevió a ello, porque el empuje de aquella opinión era demasiado fuerte para luchar con él. Hasta los últimos días del 74 había defendido la Restauración.
Francisca me miró, vaciló y se atrevió por fin a invitarme a su boda. Entregada a mí misma, hubiera rehusado con indignación; para salvar las apariencias, acepté. Para ti como para mí, vale más que nada se sepa fuera... Nuestra amistad ha muerto... ¡Oh, Magdalena! Sí, ha muerto... de nada sirve negar la evidencia.
Al fin tanto porfió la hija que el padre se lo contó todo. Entonces la hija le dijo que la llevase a aquel jardín. El 60 padre no quería, pero al fin la llevó al jardín y la dejó en la casa como había prometido al oso. Allí tenía todo lo que deseaba, pero sin ver a nadie en la casa; sólo de noche, solía oír unos quejidos en el jardín, pero no se atrevió a llegarse a ver lo que era.
Luego imaginó abordarle ella misma en la calle y rogarle con pocas palabras frías y desdeñosas que no la molestase más. Cuando llegó la ocasión no se atrevió a hacerlo, aunque no pecaba de tímida: el trance le pareció grave.
Bien poco le quedaba que hacer a Leto en aquella escena que tanto le imponía desde lejos. Todo se lo daba hecho Nieves; todos los caminos le abría ella; y ¡con qué dulzura de mirar, con qué timbre de voz tan melodioso, con qué volubilidad tan espontánea y hechicera! Había que ser un leño para no atreverse, con aquel estímulo que le parecía sobre humano, a ser un poco sincero y expresivo también; y se atrevió a serlo. Dijo el por qué de no haber subido a Peleches en dos días. ¡
En efecto, don Saturno se enamoró de una señora casada; pero le sucedió con ella lo mismo que con las solteras; no se atrevió a decírselo.
Se apagó tremulante la voz del solariego; Salvador, inmutado por la gravedad de aquella revelación que tal vez esperaba, se atrevió a decir, después de meditar: Si usted la reconoce.... Otra vez se alzó, como en sollozo contenido, la voz temblorosa.
¡Ya están en el Mediterráneo! exclamó con asombro el telegrafista al terminar su relato . ¿Como han podido llegar hasta aquí?... Ferragut no se atrevió á subir al puente. Tuvo miedo á que las miradas de aquellos hombres de mar se fijasen en él. Creyó que podían leer sus pensamientos. Un vapor de pasajeros acababa de ser echado á pique á una distancia relativamente corta del buque en que iba él.
Palabra del Dia
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