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Actualizado: 16 de julio de 2025


Una carta del Atlántico estaba sobre la mesa, y con el índice fué marcando un rumbo á su piloto; pero este rumbo no era á través del mar, sino lejos de él, siguiendo el interior de las naciones costerizas. Mañana dijo vienen los franceses á posesionarse del vapor. Puedes irte cuando gustes, pero convendrá que sea lo más pronto posible...

El barco que él mandaba quedó abandonado en aquellas distantes e incógnitas playas, pero otros barcos que le habían acompañado en su expedición volvieron a Sevilla y dieron cuenta de todo. Morsamor sabía, pues, que no hallaría paso al Atlántico sino más al Sur de los 35 grados.

Era la curiosidad del preso ó del enfermo, que agranda el interés de las cosas con una desorientación producto de la inmovilidad y del encierro. El coronel concedía cada vez menos importancia á los sucesos de la vida ordinaria. Toda su atención la había concentrado en las costas del Atlántico y la opuesta ribera oceánica.

La aspiración suprema del nieto de tantos condottieri era establecer el comfort moderno en sus palacios. Con calefacción central, con baños y con water-closets, ¡qué vida tan dulce podía pasarse en estos edificios creados por los grandes artistas del Renacimiento! La millonaria venida del otro lado del Atlántico podía realizar este milagro sólo con cederle su mano.

La espléndida ciudad de Burdeos, situada á 457 kilómetros sud-oeste de Paris, tiene por bases las dos márgenes del hermoso rio Garona, distante 96 kilómetros de su desembocadura en el Atlántico, ó sea en el gran golfo de Gascuña.

Opone fieramente su roca al asalto terrorífico de las olas, que traen unas veces del Norte los discordantes furores de las corrientes de la Mancha, y otras vienen del Oeste engrosándose en su vertiginosa carrera de mil leguas, azotando con toda la fuerza acumulada del Atlántico. Me era querido aquel pueblecillo original y un poco triste que vive de la grande pesca rodeada de peligros.

Cada alfiler era colocado a las doce del día, y el espacio abierto entre dos de ellos representaba una singladura, veinticuatro horas de navegación. Las banderitas salían del mar del Norte, e iban alineándose a lo largo de la costa de Europa hasta avanzar en pleno Atlántico. La última recién clavada erguíase: entre Canarias y Cabo Verde.

Debía hacerse una batida general bajo un plan grandioso; un ejército compuesto de tres divisiones obraría sobre un frente de cuatrocientas leguas, desde Buenos Aires hasta Mendoza. Quiroga debía mandar las fuerzas del interior, mientras que Rosas seguiría la costa del Atlántico con su división.

La que duerme arrullada por el cántico de las ingentes olas del Atlántico; la que empujó a Colón hasta la entraña del mundo nuevo, que copió su hechura; la que llevó a las pueblos y cultura y áuras de libertad... Esa es España.

El conocimiento de las propiedades de la embarcación y el juicio de los hombres experimentados sobre la fuerza de los vientos y demás accidentes, era en efecto de lo que se servían para calcular la marcha y á lo que hubo de acudir Cristóbal Colón al atreverse á penetrar en el Atlántico, perdiendo de vista por la popa las costas de las islas Canarias.

Palabra del Dia

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