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Actualizado: 16 de junio de 2025
¡Jesús me valga! ¿Con que es decir que aquel periódico que yo leía en mi lugar con tanta fe, está escrito por este hombre; y aquellos artículos en que tanto se clamaba por el orden, por la moralidad, por el bien de los pueblos, eran dictados por un anarquista cínico y desmoralizado? ¿Conque esas palabras de humanidad, filantropía, compañerismo, religión, hogar, derechos, lejos de ser una verdad en semejantes periódicos, son una burla sacrílega, un insulto á Dios y á los hombres, una explotación innoble de la pública buena fe?
Pero, recientemente, me ha salido un admirador, un verdadero admirador, en la provincia de Guadalajara. «Soy me viene a decir este hombre magnífico uno de sus lectores más asiduos y más inteligentes, y me he suscrito a El Sol con el único objeto de ver los artículos de usted...» Y desde entonces, yo no puedo escribir, porque la imagen de mi admirador me obsesiona por completo.
Power, con una tarjeta que ostentaba su nombre. La puerta permanecía entreabierta e inmóvil, fija en esta posición por un gancho interior para que dejase entrar el fresco del pasillo. Fernando miró por el espacio abierto, sin ver otra cosa que la mitad de una mesa ocupada por artículos de tocador.
Notable es también, por su índole característica, la escena en que un mercader de artículos de novedad, ó más bien un charlatán, reune á su rededor muchos curiosos en las gradas de la iglesia de San Felipe contando las fábulas más absurdas, á las cuales da fe su auditorio como si fuesen verdades del Evangelio.
Yo, por ejemplo, al proponerme describir á la Granadina, hállome con que mi provincia no es toda la Andalucía, ni tan siquiera todo el antiguo reino de Granada; tropiezo con que, al llegar este libro á la G, ya contendrá descripciones cumplidísimas de las mujeres de Almería, Cádiz y Córdoba; y encuéntrome, finalmente, con que después han de venir los artículos sobre las de Jaén y las de Málaga, tan parecidas á las hijas del Darro, del Guadalfeo y del Guadix.
Entra si quieres le decía Catalina. Bueno y Martín entraba y hablaba de sus correrías, de las barbaridadas que iba a hacer y exponía las opiniones de Tellagorri, que le parecían artículos de fe. ¡Más te valía ir a la escuela! le decía Catalina. ¡Yo! ¡A la escuela! exclamaba Martín . Yo me iré a América o me iré a la guerra.
Y la prueba es clara. La Revista Forestal publicó todos los artículos de Navarro Reverter; de los míos, ni uno solo. Si mi argumentación hubiera sido frívola, ya los hubieran reproducido.
¡Que mantiene a su madre! Pues estará lucida. ¿Y con qué la mantiene? ¿Con los artículos? Le dan dos duros por cada uno. Ya ve usted. Y hace cuatro todas las semanas. Buen pelo, buen pelo... Pero en fin, aunque mantenga a su madre y a su abuela y a toda su familia, y sea un excelente chico, yo le quiero dar esta broma inocente. ¿Me hará usted el favor que le pido? ¿Cuál?
Pasó días enteros ante las tribunas elevadas en las plazas, donde los clubs se declaraban en sesión permanente y los oradores sucedíanse día y noche, perorando con andaluza facundia sobre la divinidad de Jesús y la subida de los artículos de primera necesidad; hasta que, al venir tiempos represivos, una huelga le dejó en la difícil situación del obrero señalado por sus rebeldías, viéndose despedido de todos los talleres.
Estás tú fresco... Será que quiere darle uno de esos artículos que escribe y en los cuales cuenta el argumento de los dramas para que nos enteremos. Vaya, hombre, no te apures, que ya le hablarás otra noche. Ahora no puede ser... ¡Qué pesados son estos novios!, ¿verdad?».
Palabra del Dia
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