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Actualizado: 16 de junio de 2025
Los amantes se alojaron en un extremo, como si viviesen en una casa aparte. Una de las puertas era sola para ellos. Ocupaban un gran salón, rico en molduras y dorados y pobre en mueblaje. Tres sillas, un diván viejo, una mesa cargada de papeles, de artículos de tocador, de comestibles, y una cama algo estrecha en uno de los rincones, eran todas las comodidades de su nueva instalación.
Don Pedro Manuel de Jáuregui había servido en el Real Cuerpo de Alabarderos. Después se dedicó a negocios, y era tan honrado, pero tan sosamente honrado, que no dejó al morir más que cinco mil reales. Oriundo de la provincia de León, recibía partidas de huevos y otros artículos de recoba.
Siempre que leía uno de mis artículos contra los enemigos de la candidatura del gobierno, celebraba con entusiasmo los insultos más atroces. ¡Qué pluma la suya, Maltranita!... ¿Cómo pagarle sus servicios á la buena causa? Muy fácilmente; yo no podía aspirar á una legación diplomática ni á un ministerio cuando triunfase nuestra candidatura; eso quedaba para los mejicanos.
Si yo me dedicara en Madrid a hacer sillas, mis paisanos creerían que las hacía para conseguir una cartera. Hago artículos, y no se imaginan que pueda hacerlos más que para trabajar mi nombramiento. En Galicia se admite el que uno sea original, pero no hasta el punto de ir a Madrid para no volver de ministro... Y, probablemente, mis paisanos tienen razón.
Se prolongaban los rostros con gemelos y catalejos; los vendedores populares ofrecían toda clase de artículos ópticos... Y durante una hora se desarrollaba el espectáculo apasionante de la cacería aérea, ruidosa é inútil.
Pero si todavía es poco lisonjera la situación del escritor en España, en el horizonte se divisan ya señales de un nuevo y mejor estado. De algunos años a esta parte ha mejorado notablemente el aspecto económico de las letras: ya los autores o poetas que abastecen el teatro, pueden vivir de sus obras, y dentro de algunos años tal vez los que escriben libros y artículos puedan hacer lo mismo.
Durante la guerra se familiarizó con la literatura declamatoria de las proclamas y los artículos revolucionarios, y pudo llegar á leer de corrido estos impresos, siempre que fuesen de letra gruesa.
Ya pintaré, cuando esté más descansado, este pueblecillo y este campo. Ahora no tengo tiempo. Voy al periódico; he de ir luego a la Biblioteca... Esto de hacer artículos es terrible: otra vez, después de este breve descanso, he de volver a ser hombre de todas horas, como decía Gracián. Sobre la mesa tengo un montón de periódicos. Siento un leve terror.
Hasta 29 artículos tenía la famosa pragmática, que se mandó cumplir con tanto rigor, que allí se ordenaba que el que la desobedeciese tendría de pena por la primera vez cuatro años de presidio cerrado á África, y por la segunda ocho años de galeras.
Iba a la redacción el primero y salía el último; sus artículos, llenos de cordura, de sensatez, de prudencia, daban vuelta siempre a los asuntos sin entrar en ellos; el general encontraba esto más conforme con las reglas de la estrategia, que el apoderarse del asunto «descubriendo el cuerpo.» Además, tenían la incalculable ventaja de que comenzaban y terminaban constantemente del mismo modo, con ligerísimas variantes.
Palabra del Dia
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