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El hombre, tan pronto como abre los ojos de su inteligencia, percibe desde luego un sinnúmero de relaciones; lo que ha visto en un caso lo aplica á otros diferentes: generaliza, encerrando en una idea muchísimas otras. Quiere el niño alcanzar un objeto, no puede llegar á él; y al instante improvisa su escalera arrimando una silla ó un banquillo.

Mirad, mirad, y veréis algo que os asombrará. ¿Y cómo miro? ¿creéis acaso que yo tengo la virtud de ver á través de las paredes, como al través del vidrio de mis antiparras? Yo, para observar, he abierto dos agujeros pequeños. Helos aquí. ¡Ah! ¡famosa catalineta real! dijo Quevedo arrimando sus espejuelos á las dos pequeñas perforaciones que le había mostrado el bufón.

«Yo que amaba a esta mujer exclamaba con enternecimiento, arrimando el garrote a la pared. ¡Yo que amaba a esta mujer como esposa y no como sierva, según manda el apóstol San Pablo!... ¿ has leído al apóstol San Pablo?... ¡Qué habías de leer , gran vaca!...» El vino era muy bueno, casi puede decirse que era lo único bueno en este establecimiento, y eso que no paraba mucho en la bodega.

Una sombra se deslizó hasta él y puso sobre la silla más cercana una bandeja con una taza y algunos platos. ¡Oh! ¿Eres , Cecilia? Quieras o no, vas a tomar algo... Ya son las dos de la tarde, y estoy segura de que no te has desayunado dijo la joven, arrimando una mesilla y poniendo sobre ella el caldo humeante. ¡Qué buena eres, Cecilia! exclamó él apoderándose de una de sus manos.

Pues como yo imaginé que el navío que salía de la isla era el de los salteadores de la presa, hice poner en una lanza una bandera blanca de seguro; vine arrimando al costado del navío, para tratar del rescate, llevando cuidado de que no me prendiese.

Se alzó, se aproximó más á él y con más claridad oyó la voz de un hombre que cantaba allá arriba. El canto no era del país sino playera andaluza. Entonces arrimando la boca al agujero gritó con todas las fuerzas que le quedaban: «¡CelsooFué un grito horrible, extraño, semejante á un aullido. Como si con él exhalara toda la vida que aún tenía, después de lanzarlo cayó al suelo desmayada.

Guárdese Vd. esta carta no la vean. No hay nadie. Pateta, gorra en mano, arrimando el rostro a los hierros, como mono enjaulado, prestó atención. Lo apartado del sitio y lo desapacible de la tarde, hacían que reinara en torno del hôtel completa soledad.

Su actitud noble y tranquila, su belleza imponente traían al recuerdo la imagen del dios Apolo cuando desterrado del Olimpo sirvió de pastor en casa de Admeto, rey de Tesalia. Bien venidos seáis, amigos. ¿Qué os trae por estos sitios tan altos? dijo, y arrimando el hacha al copudo castaño debajo del cual trabajaba vino hacia ellos y les apretó la mano.

Habíase cerrado este ámbito con paredes, dejando dentro intactas dos arcadas árabes y arrimando á la pared de oriente el altar del Santo á quien estaba consagrada la capilla . En la décima nave mayor contando desde el muro de poniente, pegada tambien al muro interior de mediodia, y ocupando solo dos naves trasversales, habia labrado Pedro Diaz de Haro en 1250 otra capilla á Sta.

Salió con una escudilla desportillada en la mano, llena de morena melaza, y arrimando al fuego un pucherito donde estaba ya la cascarilla, le añadió en debidas proporciones azúcar y leche, y volviose al cuarto del portal con una taza humeante y colmada a reverter. En el fondo del cacharro quedaba como cosa de otra taza.