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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Me va a aburrir con su edificio. ¡Valiente chifladura! Esa mujer está loca. Anoche me dio la gran jaqueca, con que si sacó las maderas de seis a treinta y ocho reales, y las carreras de pie y cuarto a diez y seis reales pie. Me armó un triquitraque de pies que me dejó la cabeza pateada. No me la entren aquí.

No estará de más que con la mayor reserva diga yo aquí, para ilustrar á mis lectores, que la poetisa tenía, entre otros, un defecto que suele ser cosa corriente entre las hembras que agarran la pluma cuando sólo para la aguja sirven, es decir, la envidia. «Pues verán ustedes ahora continuó D. Marcos cómo armo yo el desenlace de tan estupendo suceso.

El ventero la tomó, se armó de un candil, vino recto a la cama de Mounsey y tendió el oído. El infame grillo, por una intuición del genio, como se llaman en la vida las casualidades, había callado un momento. ¡Nada le valió! Al primer gorjeo, rápido, enérgico, sin vacilación, como el memorista que hace un cálculo ante la concurrencia absorta, el ventero, de un golpe, lo aplastó contra la pared.

Sin embargo, su continente severo y administrativo como pocos y el torrente de voz grandioso con que la naturaleza le dotara suplían bastante bien la deficiencia de otros órganos. Además, Osuna era un ser más débil y más ruin que él. Por esto y por el tumulto que se armó en seguida, en vez de hacerle frente, se escurrió entre la muchedumbre y desapareció en un momento.

Sancho descolgó las armas, que, como trofeo, de un árbol estaban pendientes, y, requiriendo las cinchas, en un punto armó a su señor; el cual, viéndose armado, dijo: -Vamos de aquí, en el nombre de Dios, a favorecer esta gran señora.

Lástima que no fuera tiempo de alcachofas, porque las hubiera traído para el arroz. Pero trajo un poco de cordero que le daba mucho aquel. Compró chuletas de ternera, dos reales de menudillos y unas sardinas escabechadas para segundo plato. De vuelta a su casa armó los tres pucheros con el minucioso cuidado que la cocina española exige, y empezó a hacer su arroz en la cacerola.

Y luego seguía la forma de derecho. Hallose asimismo encerradas y temblando, en el aposento de doña Guiomar, a Margarita y a Florela, que como el vulgo dice, murieron por Dios, y no salieron de decir que ellas no sabían nada, sino que cuando se armó aquel no esperado tumulto, Florela se había entrado espantada en el primer aposento que había podido, que había sido aquel en que Margarita estaba, y que de miedo no les sobreviniera algún mal, la puerta habían cerrado y permanecido allí asustadas.

Todo esto era en el piso principal, donde había dos chimeneas, que allí llaman francesas, y que no se encendieron sino cuando vino el obispo, en pleno invierno, y por poco se ahoga S. S. I. con el humo que se armó.

879 Y dale siempre rosarios, noche a noche sin cesar; dale siempre barajar salves, trisagios y credos; me aburrí de esos enriedos y al fin me mandé mudar. 880 Anduve como pelota, y más pobre que una rata: cuando empecé a ganar plata se armó no que barullo: yo dije: a tu tierra, grullo, aunque sea con una pata.

E acabada de coronar la dicha Reina mui afrentada de vergüenza, el Rey por le hacer solemnidad, armó caballeros á Pedro Garcia de Medina su escribano de cámara &c.» Al regreso de la Reina á la ALJAFERÍA hubo los festejos que en la coronacion de su esposo; pero en la comida que se tuvo no se mencionan las invenciones que se emplearon en el banquete del Rey.

Palabra del Dia

bagani

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