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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Ya se ve como una fantasmagoría la mole romántica de un castillo aristocrático; ya la alegre fachada de una quinta primorosa encuadrada entre jardines, pequeños bosques é invernáculos; ora el campo cultivado con admirable esmero, surcado por canales de irrigacion mas ó ménos considerables ó de pequeña navegacion; ora el prado en que saltan y relinchan los bellos potros ingleses, ó balan en tropel las blanquísimas y corpulentas ovejas; tan presto un tunnel elegante en sus formas y cuyas tinieblas hacen extraño contraste con la escena anterior; y luego, al salir de la caverna artificíal, un vasto parque poblado de pinos y otros árboles de vegetacion permanente, cuyos negros follajes sacudidos por la brisa los hacen parecer de léjos fantasmas que bailan entrelazados sobre vastos salones tapizados de nieve y bajo una inmensa cúpula de niebla.
Sin desatender los trapos, la soñadora dama se iba por esos mundos, ejercitando el derecho de revisión y rectificación de las cosas sociales, concedido en el reino de la mente a todos los que se creen fuera de su lugar o mal apareados. «Ese Pez sí que es un hombre. Al lado suyo sí que podría lucir cualquier mujer de entendimiento, de buena presencia, de aristocrático porte.
Para arrancarse de tal atracción pensaba en el pasado de aquella mujer: se decía que a pesar de su belleza, de su aire aristocrático, de la cultura con que le deslumbraba a él, pobre provinciano, no era más que una aventurera que había corrido medio mundo, pasando de unos a otros brazos.
Entonces las jóvenes del verdadero y genuino temperamento aristocrático se comunicaban, no sé en qué forma, sus impresiones dolorosas, y una tarde, cuando menos se pensaba, enderezaban el paso, arrastradas por altos sentimientos, al camino abandonado, donde permanecían hasta que de nuevo se veían molestadas y tornaban a ejecutar graciosamente la idéntica maniobra.
La ciudad está naturalmente dividida en dos partes por la configuracion del suelo en que demora: la parte baja y antigua, que tiene su centro en la Gran-Plaza y su admirable Hôtel de Ville ó Palacio municipal; y la parte alta y nueva, que se extiende sobre la planicie de la colina, y tiene su magnífico centro aristocrático y monumental en el Parque, que es el «jardin de las Tullerías» de Brusélas.
Un día hablaron del tiempo, otro de un reciente y criminal atentado contra los Reyes. El lenguaje de ella era el propio de una señorita bien educada que no se desdeña de conversar con aquellos a quienes la fortuna no espropicia: el de Pepe era respetuoso, casi tímido, de hombre no hecho a pisar casas tan bien puestas ni a tratar con señoras de aspecto tan aristocrático.
Así es que, según lo que yo he llegado a averiguar, por causa de Elisa hubo de introducirse en el dialecto elegante y aristocrático de Madrid el vocablo inglés flirtation, que ya empieza a divulgarse y hasta a avillanarse. Hace algunos años era un vocablo que no se pronunciaba sino en los salones más elegantes, y apenas si se aplicaba a otra mujer que no fuese Elisa.
Por lo demás, a ella y a sus dos hermanas, las llamaban los plebeyos «Las tres desgracias», y a su señor padre, barón de la Barcaza, el barón de la Deuda flotante, aludiendo al título y a los muchos acreedores del magnate. Refugiábanse en el círculo aristocrático, donde también entraban, por especial privilegio, Visitación y Obdulia, pariente de nobles.
Tenía en mi corazón un verdadero tesoro de abnegación, de amor y de respeto, al que no me era dado dar una mala colocación. En fin, encontré una mujer a quien amé, como ella quería ser amada, y que no amó como ella quiso amarme. Pertenecía al mundo más aristocrático.
¡Un torero! exclamó el artista , ¡un hombre del pueblo! ¿Os estáis chanceando? No, por cierto dijo el otro ; estoy muy lejos de chancearme. No habéis vivido como yo en España, y no conocéis el temple aristocrático de su pueblo. Ya veréis, ya veréis.
Palabra del Dia
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