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Actualizado: 20 de junio de 2025
No encontraron un vehículo que quisiera recibirlos: todos iban en dirección opuesta, hacia las estaciones. Ambos estaban de mal humor, pero Argensola no podía marchar en silencio. «¡Ah, las mujeres!» Desnoyers conocía sus honestas relaciones desde algunos meses antes con una midinette de la rue Taitbout.
Julio había escapado al saber que esta beldad, de esbeltez juvenil vista por el dorso, tenía dos nietos. «Máster Desnoyers ha salido», decía invariablemente Argensola al recibirla. Y la abuela lloraba, prorrumpiendo en amenazas. Quería suicidarse allí mismo, para que su cadáver espantase á las otras mujeres que venían á quitarle lo que consideraba suyo.
Aquí le interrumpió Argensola: «¿Y si la cultura alemana no existiese, como lo afirma un alemán célebre?» Necesitaba contradecir á este pedante que los abrumaba con su orgullo. Hartrott casi saltó de su asiento al escuchar tal duda. ¿Qué alemán es ese? ¡Nietzsche! El profesor le miró con lástima.
Después, vacilando sobre sus piernas, súbitamente desfallecida, se llevó el pañuelo á los ojos y rompió á llorar desesperadamente. En el estudio Al abrir una tarde la puerta, Argensola quedó inmóvil, como si la sorpresa hubiese clavado sus pies en el suelo. Un viejo le saludaba con amable sonrisa. Soy el padre de Julio.
Hablaba el francés correctamente, pero su acento fué una revelación para Argensola. Al entrar en el dormitorio en busca de su compañero, que acababa de levantarse, dijo con seguridad: Es tu primo de Berlín que viene á despedirse. No puede ser otro. Los tres hombres se juntaron en el estudio.
Ahora ya no necesitaba cometer estas torpezas. Argensola leería por él.
Mr. Mignet de la Academia francesa en la historia que ha publicado recientemente de Antonio Perez y Felipe II no expresa la circunstancia de que se hubiese incendiado el Castillo, refiriendo tan solo que D. Pedro Sesé habia hecho conducir muchas carretadas de leña con el intento de pegar fuego á la ALJAFERIA . Tampoco Lupercio Leonardo de Argensola en su informacion sobre estos sucesos hace mérito de esta particularidad.
Preceptos más sensatos acerca de la composición y del estilo del drama, expone á un poeta cómico Bartolomé de Argensola, hermano de Lupercio Leonardo, á quien ya conocemos; pero sus reglas son, en parte, de esa naturaleza profunda que nos enseña que un cuerpo humano no puede tener cabeza de caballo.
Argensola tuvo una nueva ocupación más emocionante que la de señalar en el mapa el emplazamiento de los ejércitos. Me dedico ahora á seguir al taube decía á sus amigos . Se presenta de cuatro á cinco, con la puntualidad de una persona correcta que acude á tomar el té. Todas las tardes, á la hora mencionada, un aeroplano alemán volaba sobre París, arrojando bombas.
Las tentativas de imitar la tragedia y comedia clásica con falsa forma, se han estrellado en la decidida voluntad del país, contraria á ellas, pero dejando tras sí perjudiciales prevenciones y costumbres, ya revelándose en los desahogos de una crítica anti-popular, ya en la obediencia parcial á reglas más soñadas que sólidas, ya en las monstruosidades de Virués y de Argensola, imitadores de Séneca.
Palabra del Dia
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