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Actualizado: 20 de junio de 2025
El bohemio creyó ver á un cirujano hablando con suficiencia de los misterios de la voluntad ante un cadáver. ¡Qué sabía de la vida este pedante interpretador de documentos muertos!... Cuando se cerró la puerta fué al encuentro de su amigo, que volvía desalentado. Argensola ya no tenía por loco al doctor Julius von Hartrott.
...Y cuando dentro de unas horas salga el sol, el mundo verá correr por sus campos los cuatro jinetes enemigos de los hombres... Ya piafan sus caballos malignos con la impaciencia de la carrera; ya sus jinetes de desgracia se conciertan y cruzan las últimas palabras antes de saltar sobre la silla. ¿Qué jinetes son esos? preguntó Argensola. Los que preceden á la Bestia.
Veía en ella la patria de su padre y el país de la gran Revolución... El, aunque no se había mezclado nunca en las luchas de la política, era republicano y había reído muchas veces de ciertos amigos suyos que adoraban á reyes y emperadores, considerando esto como un signo de distinción. Argensola pretendió reanimarle. ¡Quién sabe! Este es un país de sorpresas.
Al final de la avenida destacaba su mole el Arco de Triunfo sobre un cielo coloreado por la puesta del sol. Una nube roja flotaba en torno del monumento, reflejándose en su blancura con palpitaciones purpúreas. Desnoyers se acordó de los cuatro jinetes y todo lo demás que le había contado Argensola antes de presentarle al ruso.
Francisco de la Cueva, natural de Madrid , fué bastante amigo de Lope, y es celebrado por él singularmente en La Arcadia, en El laurel de Apolo, y en la dedicatoria de la comedia La mal casada. De las obras dramáticas de esta época de Andrés Rey de Artieda y de Lupercio Leonardo de Argensola, no conocemos nada, aun cuando sepamos que ambos escribieron para el teatro hasta en el período anterior.
Te estás matando decía Argensola . Bailas demasiado. La gloria de su amigo representaba nuevas molestias para él. Sus plácidas lecturas ante la estufa se veían ahora interrumpidas diariamente. Imposible leer más de un capítulo. El hombre célebre le apremiaba con sus órdenes para que se marchase á la calle. «Una nueva lección» decía el parásito.
A las siete de la tarde se saludaban con un beso en plena calle, como enamorados que se encuentran por primera vez, y luego de su comida volvían al nido de la rue de la Pompe. Argensola se vió rechazado, en todos sus intentos de amistad, por el egoísmo de esta pareja. Le contestaban con una cortesía glacial: vivían únicamente para ellos.
El filósofo ha dicho eso contestó y ha dicho otras cosas diferentes, como todos los que piensan mucho. Su doctrina es de orgullo, pero de orgullo individual, no de orgullo de nación ni de raza. El habló siempre contra «la mentirosa superchería de las razas». Argensola recordaba palabra por palabra á su filósofo.
Después de esta digresión, que reconoce por causa el examen de las últimas obras de Cervantes, retrocederemos de nuevo á reanudar el hilo de nuestra historia del teatro español, sin salir de los límites que nos hemos trazado, y analizaremos de paso las tragedias, ya mencionadas, de Argensola.
Los dos se comunicaban sus noticias. Doña Luisa casi repitió textualmente los párrafos de sus cartas, tantas veces releídas. Argensola se abstuvo modestamente de enseñar los textos de las suyas. Los dos amigos empleaban un estilo epistolar que hubiese ruborizado á la buena señora.
Palabra del Dia
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