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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Tampoco á los nuestros fué posible tomar hombre vivo á los enemigos por la ventaja de la caballería con que se reparaban, aunque dieron con tal propósito algunas cargas á la carrera los arcabuceros, por lo que importaba tomar lengua.
Cierta mañana, el Justicia Mayor, don Juan de Lanuza, al subir las gradas de la Catedral, hallose arrestado en nombre del Rey. Un capitán de arcabuceros le esperaba desde temprano, fingiendo examinar las estampas de una tienda de libros.
Cargaban sobre ella con sus genízaros los dos bajaes Alí-Pachá y Pertew, y a no acudir en su socorro de la capitana el marqués de Santa Cruz, Dios sólo sabe si aquel día hubiera perecido a manos de infieles el gran don Juan de Austria. Rayo parecía la espada del marqués de Santa Cruz, que firme en la crujía de su capitana con sus arcabuceros españoles, rechazaba una y otra embestida.
Siguiólos el general con 150 arcabuceros y 2,500 indios á gran prisa, por tres dias y dos noches, sin parar mas de á comer, y á descansar cuatro ó cinco horas de noche.
De fuera, en la campaña, al pozo del agua, que estaba un tiro de cañón lejos del fuerte, hacia la parte del Zoco donde los moros hacían el mercado, pasó una compañía de arcabuceros para hacer la guardia hasta la marina, que ni más ni menos tenía su socorro cuando hobiese arma.
Cuando el conde de Olivares se llevaba á don Juan para presentarle á su compañía de arcabuceros de la guardia española, la duquesa le dijo: Espero que iréis, en cuanto estéis libre, con vuestra esposa á mi casa. Iré, señora, iré. Y el joven salió. Cumpliendo lo que había prometido á la duquesa, don Juan y doña Clara salieron una hora después del alcázar en una litera. Era la litera enorme.
Casi a la mitad del camino tenían estos una fortaleza, donde había bastantes arcabuceros y algunas bombardas, cuyos disparos impidieron a las fustas seguir adelante y mataron a cuatro de los hombres que las tripulaban. Ansioso Jorge Brito de tomar venganza desembarcó con sus trescientos soldados, entre los cuales había no pocos ilustres y valerosos caballeros de la corte del rey don Manuel.
D. Álvaro de Sande acudió con arcabuceros á la playa con el fin de proteger á los muchos que, desnudos, llegaban nadando, mientras el Duque, Juan Andrea y el Comendador de Guimarán conferenciaban acerca de lo que se hubiera de hacer, sin ocurrir á los dos últimos otra cosa que salir como se pudiera de la isla.
Los sucesos, como el agua, deben beberse en la fuente; y por esto, con venia del capitán de arcabuceros que está de facción en la susodicha puerta, penetraremos, lector, si te place mi compañía, en un recamarín de palacio.
Serán aquestos cuentos relatados En su lugar, y cosas que hacian: Con este calor salen, pues, ligeros Garay, y ciento treinta arcabuceros: El rio arriba yendo navegando Al Jejuí, muy hondo, rio pasaron; Despues la tierra adentro van cortando, Y al Ipaneme grande atravesaron.
Palabra del Dia
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