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Actualizado: 9 de junio de 2025
Los propietarios de la «villa» no podían dormir con un muerto al otro lado de la pared. Además era un muerto sin nombre, lo que le hacía más inquietante y misterioso. Nadie llegaba á acordarse del apellido de este señor que había mandado miles de hombres y aún imponía su voluntad á los vivos.
Venía desalentado y cariacontecido, después de recibir en Madrid a su sobrino Fernando VII. Sus compañeros de regencia estaban en la cárcel o en el destierro; y sí él no sufrió igual suerte, era por su mitra y su apellido.
Quien siente bien no habla mal; Que para tener valor Con que poder igualaros, Aunque de vuestro apellido Príncipes haya tenido 2265 Italia y Francia tan raros, Sóbrame á mí el ser mujer; Pero si de vuestro engaño Á los dos resulta daño, Desengaño habrá de ser. 2270 No estoy contenta de estar Donde, con hacer mudanza Del hábito, mi esperanza Aspire á mejor lugar.
La palabra principal, se decía Bonis mordiéndose las uñas, es, según las retóricas y poéticas que yo he leído, la que debe terminar el verso; aquí lo más importante, sin duda, es el apellido del fundador y la obra pía: pues bien; para pía hay millares de consonantes, pero a Menéndez yo no se lo encuentro.
No señor, es decir, Cristeta sí que se llama, pero el apellido es Martínez. ¡Imposible! Pos si lo sabe usted, ¿pa qué he hecho yo esta caminata? El señor se llama Martínez, conque sacusté la consecuencia. De modo que está casada, ¿desde cuándo? Ende que le dijeron los latines, si se los han dicho. ¿No estás segura?
Nos dijo que su apellido era Hales, lo cual me produjo la mayor sorpresa, pues era el mismo del novio secreto de Mabel, y en el correr de la conversación supimos que había estado un buen número de años en el mar, principalmente en viajes comerciales por el Atlántico y por el Mediterráneo.
Mientras que esta operación se efectúa, llama a un niño que acierta a pasar cerca de su coche, le pregunta su nombre, y al oír el apellido Rosa, le dice: «Su padre, don Ignacio de la Rosa, fué un grande hombre; ofrezca a su madre de usted mis servicios.»
Para evitarte molestias no quise casarme otra vez... ¡Qué no haré yo por ti, Ida mía!» «El año próximo pienso dar por terminados mis negocios en América, y volveré á nuestra patria, y compraré un castillo del que serás tú la reina; y tal vez se enamore de ti algún noble oficial de caballería con apellido ilustre, y tu pobrecito papá tendrá celos... ¡muchos celos!...»
Esta era más negra: mi sastre es hombre que me recibe con sombrero puesto, que me alarga la mano y me la aprieta; me suele dar dos palmaditas o tres, más bien más que menos, cada vez que me ve; me llama simplemente por mi apellido, a veces por mi nombre como un antiguo amigo; otro tanto hace con todos sus parroquianos, y no me tutea, no sé por qué: eso tengo que agradecerle todavía.
Cuando leí el nombre de Margarita, solo, sin apellido... sospeché, porque tratándose de don Rodrigo es necesario sospechar de todas las mujeres... sospeché que aquella Margarita que se dejaba en el tintero su apellido era... Margarita de Austria. Pero, señor, señor exclamó todo escandalizado y mohíno el cocinero de su majestad ; esa mujer tan vil, de cuna tan baja... esa perdida, ¿sabe leer?
Palabra del Dia
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