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Actualizado: 2 de mayo de 2025
A comer, a comer dijo doña Martina. Y en el mismo instante un criado apareció con la humeante sopera entre las manos. D. Bernardo se levantó para ofrecer el asiento al coronel Bembo; pero éste, conociendo las costumbres de la casa, se guardó muy bien de aceptarlo; si el anfitrión hubiera cambiado de sitio, quizá no le sentase tan bien la comida.
Apeóse en la puerta de la casa donde había nacido, y no tuvo necesidad de llamar, porque encontró su puerta franca de par en par. Algunas mujeres pasaban de la cocina á una sala baja muy atareadas, y entre ellas apareció una anciana. ¿Vive mi hermano? dijo Montiño, adelantando hacia aquella mujer.
Fuese hacia allá, y halló, en efecto, a don Restituto, sorprendiéndose no poco del traje y la situación en que se le apareció.
El Duque de Sessa fué con el de Lerma y llevó consigo a Lope de Vega. También entonces apareció la Parte sexta, en Madrid, por la viuda de Alonso Martín.
El intendente apareció en la pieza y balbuceó algunas palabras corteses. Aunque fuere día de trabajo, vestía sus mejores ropas, y para ponerse sin duda a la altura de la situación, habíase puesto guantes blancos.
Apenas Inesita se quedó sola miró el sobrescrito de la carta, y, sin emoción, casi sin curiosidad, al menos perceptible, iba a abrirla y a leerla, cuando apareció en escena un nuevo personaje, que hizo que la muchacha se guardase precipitadamente la carta en el bolsillo. Este nuevo personaje era el ama Teresa.
Justamente en aquel instante fué cuando apareció en la esfoyaza D. Lesmes, el apuesto capellán de Iguanzo. Pasaba de Villoria, oyó la algazara y se apeó para disfrutar de ella algunos momentos. Y en cuanto entró sin más preámbulos se sentó al par de Flora y comenzó en voz baja á requebrarla, sin darle un comino por Jacinto que se hallaba del otro lado.
Pues ¡cuantos no había detrás de las vidrieras en las casas inmediatas, mirándole y admirándole? Y en estas ilusiones, media hora larga; y la gente en la iglesia. En esto apareció Leto en la bocacalle inmediata a la botica. Se le pasó la de ocho corriendo el temporal desaforado en el cuartuco de la trastienda.
No exclamó Sola enérgicamente, levantándose . Nada puede alterar mi resolución. Cuando apareció, ya yo no me pertenecía. Me considero tan ligada por mi palabra antes como después de aquella visita, y no debo, ni quiero... ni quiero, repito, volver atrás. No es posible que la presencia de ese señor lo fuera a usted indiferente.
Pocos instantes después, apareció Bautista en el cuarto, de puntillas. Hola, Bautista dijo Martín burlonamente . ¿Qué te ha parecido nuestra primera aventura de guerra? ¿Eh? ¡Hombre! A mí, bien contestó el cuñado . A ti quizá no te haya parecido tan bien. ¡Pse! Ya hemos salido de esta.
Palabra del Dia
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