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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Allí desapareció a los ojos atónitos del animal y a las ansiosas miradas del público, el cual, ebrio de entusiasmo, atronó los aires con inmensos aplausos, porque siempre conmueve ver que los hombres jueguen así con la muerte, sin baladronada, sin afectación y con rostro inalterable. ¡Vean ustedes si ha tomado bien las lecciones de Montes!

Sus hermanos tenían que seguir una carrera, sus hermanas se habían casado, gracias a la dote; todos y todas fijaban en él miradas ansiosas y ávidas como en el autor y el sostén de su dicha. ¡Los réditos! Tal era la palabra aterradora que en lo sucesivo resonaba a toda hora, amenazante, en sus oídos, y por la noche le hacía despertarse sobresaltado y llenaba sus sueños de visiones espantosas.

Salieron, desandando las habitaciones, no sin volver a contemplar de paso lo que ya detenidamente habían admirado. Isidora se quedó atrás. ¡Qué ansiosas miradas!

Y tales fueron los gritos de este grupo, que luchando y forcejeando iba de un pilar á otro del emparrado, que empezaron á salir gentes de las vecinas barracas, y llegaron corriendo, en tropel, ansiosas, con la solidaridad fraternal de los que viven en despoblado. Pimentó fué el que se hizo dueño de la escopeta y prudentemente se la llevó á su casa.

Naturalmente decía Ido a cada instante, echando ansiosas miradas en redondo por ver si aparecía la chuleta. Jacinta entró con un plato en la mano. Tras ella vino Blas con el mismo velador en que había almorzado el señorito, un cubierto, servilleta, panecillo, copa y botella de vino.

Que Octavio ha dejado pasar el trece que le faltaba sin dar el alto. Pues ahora ya no tiene derecho exclamó precipitadamente y lanzando miradas ansiosas al plato D.ª Faustina. ¿Y por qué no la ha de tener, si estaba distraído? repuso D.ª Feliciana. Pues por lo mismo; el juego es juego y se ha de atender á él con formalidad. No se apure usted tanto, señora, que no es puñalada de pícaro.

Los jinetes permanecieron largo tiempo inmóviles, como si celebrasen consejo, bajo las miradas ansiosas del público, que esperaba algo extraordinario. El primero que salió fue el marqués, acompañado de uno de sus amigos.

Y así corrían media Europa, propagando la luz del maestro; ella, obscurecida voluntariamente, como una de aquellas patricias que, vestidas de esclavas, seguían a los apóstoles ansiosas por los progresos de la buena nueva.

Y en las cubiertas de estas naves, los tripulantes, arremangados, interrumpían las faenas de la limpieza para responder al popular saludo con un griterío idéntico. En torno al trasatlántico comenzó a evolucionar un enjambre de vaporcitos y lanchas automóviles con gentes ansiosas de subir a su cubierta. Cruzábanse entre ellas y los de arriba gritos de saludo, agitaciones de pañuelos.

Las dos damas esperaban ansiosas en el gabinete el resultado de la conferencia, y las impresiones de Barbarita no tenían nada de lisonjeras: «Hija, Baldomero no se nos presenta muy favorable. Dice que es necesario probarlo... ya ves , probarlo; y que eso del parecido será ilusión nuestra... Veremos lo que dice Juan».

Palabra del Dia

condesciende

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