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Actualizado: 6 de junio de 2025


De todos los puntos de España afluyen los extranjeros, los meros paseantes y los especuladores ó tratantes, á divertirse, curiosear ó negociar en la gran ciudad andaluza.

El de la hopalanda, no bien se acercó lo suficiente, pronunció un «a los pies de ustedes, zeñoras», que hubiera provocado una explosión de carcajadas, si al pronto no pudiese más la curiosidad que la risa. ¡Tenía el bueno del hombre una voz tan rara, ceceosa a la andaluza, y una pronunciación tan recalcada!

Su feroz abuela, viniendo de la fila más presto de lo que él pensaba, le había sorprendido en plena zambra andaluza entonando con voz quejumbrosa una seguidilla gitana: «Cuando yo me muera mira que te encargo que con la trenza de tu pelo negro me ates las manos

Su única nave sostiene un precioso artesonado; los muros son de un delicioso estuco, adornados con lindos azulejos en mosaico, y labrados con los mas primorosos arabescos del tercer período de la arquitectura árabe, completamente andaluza. Aquella sinagoga se asemeja por muchos de sus pormenores á un espléndido salon de la Alhambra ó del Alcázar de Sevilla.

Cuando le llamaban bruto con acento de admiración, sonreía orgulloso de su raza. Bruto, : como lo habían sido sus mejores abuelos: como lo fueron siempre los caballeros de Jerez, espejo de la nobleza andaluza, arrogantes jinetes formados en dos siglos de batalla diaria y continua algarada en tierras de moros, pues por algo Jerez se llamaba de la Frontera.

Pero no se puede ver su cara, porque está casi oculta entre los pliegues de la mantilla de su andaluza.

Procuré ver las cartas asomándome por encima de los hombros, y lo primero que observé, ¡caso chistoso!, fue al famoso Llagostera, mi compañero de fonda, aquel catalán eterno detractor de la holgazanería andaluza, con la baraja entre las manos tirando un entrés. Si hubiera visto al arzobispo en persona en aquella forma, no me hubiese sorprendido más.

La bella andaluza logró al cabo de poco tiempo indisponerse con todos los parientes de su marido, y lo que es más grave, que éste apenas se tratase con ellos. En cambio comenzaron a frecuentar la casa bastantes miembros de la colonia sevillana amigos de la familia Guevara: la mayoría señoras y señoritas.

Bien le había parecido la noche antes la sevillana en la penumbra mal oliente del Casino, con el sombrerito de paja y la túnica de color de barquillo; pero ¡cuidado si tenía que ver en plena luz meridiana, vestida de obscuro y con la cara monísima encuadrada en los pliegues graciosos de su mantilla de pura casta andaluza!

Muchachos, ¡viva miloro y las cortes de la Isla! gritó el tío Lombrijón levantándose de su asiento y saludándonos, sombrero en mano, con aquel garbo majestuoso que es tan propio de gente andaluza . Y en celebración del santo del día, que es la santísima libertad de la imprenta, señó Poenco, suelte usted la espita y que corra un mar de manzanilla.

Palabra del Dia

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