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Azorín calla; todo reposa en el limpio zaguán. El sol entra por uno de los cuarterones de la puerta en ancha cinta refulgente. Pepita mira a Azorín con sus bellos ojos azules. Y Azorín prosigue: Hace un momento, yo hojeaba este libro que Pepita tiene aquí sobre una silla. Es un libro de urbanidad para uso de las jóvenes.

Las miradas de aquellos hombres se dirigían a todas partes, y el eco repetía el sonido como si fuesen muchos los disparos, mientras que se elevaba una ancha nube de humo encima del macizo de árboles donde se hallaban los cazadores.

La Bahia de la Union, á mas de prometer las mismas ventajas que la de Todos Santos para la pesca, tiene tambien mejores fondeaderos: la canal para entrar es bastante ancha, con cinco brazas de agua en bajamar. El Rio Colorado desemboca en esta bahia por dos canales: la una canal chica y la otra canal grande. A la pleamar las chalupas pueden pasar por la canal chica.

El odio al árbol y el odio a la luz... Aquí, en la ancha cocina de la posada, esta noche, al cabo de tres siglos, un viejo me dice: En este pueblo las casas tienen las ventanas y las puertas cerradas siempre. Yo no recuerdo haber visto algunas nunca abiertas; los señores salen y entran por las puertas de servicio, a cencerros tapados.

Descendieron algunos montañeses hasta el pie del monte para recoger a los muertos; abriose a la derecha de la casa de labor una ancha fosa, en la que guerrilleros y kaiserlicks, con sus vestidos, sus sombreros, sus chacós y sus uniformes, fueron colocados unos al lado de otros.

Las canas esparcidas en sus sienes que aún parecían más numerosas al contrastar con el negro azulado de su cabeza , unas cuantas arrugas precoces en las comisuras de sus ojos y dos surcos profundos que se abrían desde las alillas de su nariz, demasiado ancha, hasta tocar los extremos de su boca, parecían denunciar el primer cansancio de un organismo poderoso que ha vivido con demasiada intensidad, por considerar sus fuerzas sin límites.

Marcábase en la ancha calle de Bravo Murillo la interminable hilera de postes eléctricos: una fila de cruces blancas flanqueadas de arbolillos, y en el fondo, sumido en una hondonada, Madrid envuelto en la bruma del despertar, con los tejados a ras del suelo y sobre ellos la roja torre de Santa Cruz con su blanca corona.

Con estas filosofías de Chisco y las intemperancias de Pito Salces, acabamos de subir una ladera de suelo escurridizo, y nos vimos al comienzo de una ancha sierra que descendía en suaves ondulaciones hacia nuestra izquierda. Atajábala por allí el frontispicio pedregoso de un alto monte que la dominaba en toda su longitud, y estaba separado de ella por una barranca.

Don Quijote dijo que, aunque llegase al abismo, había de ver dónde paraba; y así, compraron casi cien brazas de soga, y otro día, a las dos de la tarde, llegaron a la cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, pero llena de cambroneras y cabrahígos, de zarzas y malezas, tan espesas y intricadas, que de todo en todo la ciegan y encubren.

Don Juan salió suspirando de aquel dormitorio tan blanco y tan puro, pero enorgullecido por su mujer, porque la atmósfera de aquel dormitorio había venido á ser para don Juan un testimonio de la valía de doña Clara. Sentáronse entrambos jóvenes de nuevo, el uno en un extremo, y en otro extremo el otro, de la ancha tarima del brasero.