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La joven escuchábalas aturdida, embelesada, los ojos húmedos, las mejillas encendidas: gustaba con delicia aquella miel, percibiendo, no obstante, un dejo amargo en el fondo, por el vago presentimiento de las desgracias que la amenazaban. La tabernera les sirvió una fuente enorme de jamón con tomate. Todos la atacaron ardorosamente.

Los demás cobraron tanto miedo á la muerte, que les amenazaban las viruelas, que el mismo día que aquellos dos murieron, dejaron descuidar á los nuestros y todos se huyeron menos dieciocho adultos y veinte muchachos.

Día y noche permanecían inmóviles en el espacio, sobre la vivienda del gigante, dos máquinas voladoras, que se relevaban en este servicio de monótona vigilancia. Si intentaba ir hacia la capital, ó si avanzaba por el lado opuesto más allá del río, sentiría inmediatamente en su cuello el enroscamiento de uno de aquellos hilos de platino que le amenazaban con la decapitación.

A los ocho días de la declaración, cuando Julio se atrevió a pedirle dinero otra vez a Bonifacio, los amores de este con la Gorgheggi no habían pasado de los deliciosos preliminares que, por culpa del carácter del varón que en ellos tenía interés, amenazaban prolongarse indefinidamente.

También estas amenazas llegaron a noticia de Pepe Güeto, de donde resultó, que donde quiera que se veían él y ella, se amenazaban de nuevo, y él la reprendía de desenvuelta y alborotada, y ella se reía de la seriedad de él y le calificaba de tonto.

La lucha se fué haciendo cada día más encarnizada. Por otra parte, los acreedores de Osorio, defraudados en sus esperanzas, empezaban a revolverse contra él y amenazaban dejarle arruinado. Es fácil representarse la agitación, la violencia, el malestar que reinarían en el hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.

Aferrándose desesperadamente á las plantas silvestres que crecían en las hendiduras de las rocas, poniendo los pies en ligerísimas depresiones del inclinado plano, ó en piedras que con frecuencia se desprendían y amenazaban arrastrarlo consigo, expuesto á morir diez veces, llegó por fin á terreno firme y saltando de roca en roca ó corriendo entre los matorrales, se vió sano y salvo en la planicie que desde arriba le había mostrado el barón y donde pacían algunos caballos.

El corregidor, ya fué que no dió asenso á los avisos de aquel religioso, ó porque penetrase su interior, no alteró sus providencias, de que nacieron continuos sobresaltos y cuidados: porque, resentido de esto, no cesó de esparcir en adelante funestas noticias, que amenazaban por instantes el insulto ofrecido por los indios circunvecinos.

Orgulloso el arcediano con el fruto de sus razonamientos, i viendo lo sobre que andaban las gentes plebeyas con la impunidad del suceso pasado, es fama que el domingo 9 de Julio del mismo año de 1391 predicó nuevamente contra los judíos pintando su avaricia con los mas vivos colores, i levantando á las nubes los daños que amenazaban á los cristianos con tolerar que estos enemigos del nombre de Cristo viviesen con toda libertad en su lei dentro de las ciudades de Castilla.

Mientras tanto la noche se aproximaba y las brumas espesas y lluviosas hacían aún mayor la oscuridad. No tenía necesidad, además, de recogimiento y de libertad de espíritu y no quería entrar en la ciudad hasta después de haber acostumbrado mi alma a las agitaciones que la amenazaban.