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Actualizado: 30 de junio de 2025
Cuando amaneció, al fin, tiritaba yo de frío... y de tristeza, sentado a la cabecera de la cama de mi tío, después de haber visto desde la solana de mi cuarto que no se presentaba el nuevo día más risueño que el anterior, y de enviar recado a Neluco para que anticipara la visita cuanto le fuera posible.
El lagar estaba allí próximo: una de sus puertas se abría sobre la pomarada; la otra sobre el Campo de la Bolera, donde en aquel instante se celebraba parte de la romería. Y cuando llegaron los postres, el joven Antero se levantó con la copa en la mano y habló de esta manera: Amaneció al cabo el día por nosotros tan ansiado, el día de que nuestro valle salga de su profundo y secular letargo.
Por último, en el Campo de los Desmayos estaban ya tendidos los alambres para la iluminación, si bien no pendían de ellos aún los faroles. Esto se dejaba para lo último, por miedo a la lluvia. No había cuidado. El día 24 amaneció sereno.
Obligados al fin a separarse, los amantes aseguraron sus promesas, poniendo al cielo por testigo de sus juramentos santos, quedando María en aguardar y resistir, y don Lope en alcanzar de su padre y volver antes de mucho a poner fin a tantas inquietudes y aflicciones. Amaneció un día turbio y revuelto como ya del corazón del otoño, y don Lope disponía su viaje para aquella misma tarde.
El día de mi casamiento amaneció radiante; nunca me pareció más azul la bóveda del cielo. Después me han dicho que estaba nublado, pero no lo creo. Una muchedumbre simpática y amiga se apiñaba en la iglesia. Y murmuraba: ¡Qué linda novia! ¡Qué tranquila está! ¡Qué cara de felicidad! La verdad es que yo estaba extraordinariamente tranquila.
Amaneció el viento SO recio, de cuyo modo se mantuvo todo el dia, hasta la noche que abonanzó. Amaneció con dicho viento medianamente fresco: á las nueve de la mañana vino la chalupa á bordo, le dí víveres para que volviese al arroyo adonde estaba refugiada.
Amaneció el viento al OSO fresco, y fui á la Isla de Bordas á observar la latitud, que es de 40° 3'. A las doce y media mandé la mitad de la gente á bordo, por haber arreciado mucho el viento, y fué tanto que no pudo volver el bote en busca mia, ni de la demas gente. Siguió siempre el temporal, y me quedé en la isla esta noche, habiendo sido preciso á bordo dar fondo á la esperanza.
A la una de la mañana la ligera indigestión había desaparecido, y como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se han amado intensamente, una vez siquiera, la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto hiriente fueron los agravios. Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba, escupió sangre. Las emociones y mala noche pasada tenían, sin duda, su gran culpa.
«Llegó un día dijo Guillermina, suspendiendo su labor, para contar el caso a varios amigos de Barbarita , en que las cosas se pusieron muy feas. Amaneció aquel día, y los veintitrés pequeñuelos de Dios que yo había recogido y que estaban en una casucha baja y húmeda de la calle de Zarzal, aposentados como conejos, no tenían qué comer.
Aquí hallé los tres hombres que fueron al reconocimiento, los cuales de ningun modo pudieron transitar este terreno, lleno de fango pantanoso, arroyos y maleza; al anochecer volví á bordo. Amaneció lloviendo con el viento NO duro.
Palabra del Dia
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