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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Juana Miró, mujer de Pedro Onofre Cortés de Guillermo, alias Moxina, de oficio cobrador de deudas, natural de la Villa de Muro en este Reino, vecina de esta Ciudad, de edad de veinte y ocho años, fue presa por judaizante. Salió al Auto en forma de penitente con su sambenito de dos aspas y vela verde en las manos.
«¡Eh!, ya me has revuelto todo dijo Isidora al entrar de la calle . ¡Jesús, qué desorden! Mira, te voy a pegar». Mariano reía. «¿Y qué has escrito aquí? Mariano Rufete, alias Pecado... ¿Qué es eso de Pecado? ¡Como yo vuelva a oírte dándote a ti mismo esos apodos...! Como los toreros observó estúpidamente Mariano sin cesar de reír.
Catalina Terongí, mujer de Guillermo Terongí, alias morrofés, botiguero de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cuarenta y cinco años; reconciliada, presa segunda vez por judaizante relapsa.
Juana Cardona, alias Vila, viuda de Jaime Vila, difunto, jornalero de oficio, natural de Ciudadela, en Menorca, vecina de esta Ciudad, de edad de cincuenta y siete años, presa segunda vez por sortilegios graves, hereticales, pacto explícito con el Demonio, con creencia y pertinacia en él y apostasía de la Fe Católica.
El Reverendo P. Presentado Fray Miguel Ferrandell, de la Trinidad &c. El P. Fr. Domingo Martí, de S. Domingo, &c. A Catalina Terongí, mujer de Guillermo Terongí, alias Morrofés. El Doctor Onofre Morrelles, Rector de S. Nicolás &c. El Padre Fray Salvador Fornari, Dominico &c. El P. Pedro Bolós, Jesuita. A Rafael Benito Terongí, hijo de José Terongí, Felós.
La Teodora, antes de hablar de esta ley y sus prácticas, miraba en torno con recelo. Todas eran casadas o viudas; no había ninguna mocita: podía hablar sin miedo. El principal personaje de las bodas era ella, la señora Teodora, alias la Catañeta, la encargada de catañear a la moza.
Casi todos eran de tabernas, pero tabernas de las afueras, que a la vez servían de figones y merenderos. «Vinos, por Fulano.» Y aquí el nombre del dueño del establecimiento, como si fuesen los taberneros quienes los fabricaban. En una casucha de tablas, llamó su atención otro rótulo: «Taberna de Agustín, alias el Bolero.
Martín y Bautista le preguntaron varias veces qué le pasaba para estar tan triste, si es que le dolían las muelas, si tenía las digestiones lentas, disgustos de familia o algún desorden en la vejiga; a todas estas preguntas contestaba Cacochipi, alias Cracasch, diciendo que no le pasaba nada, pero suspiraba como si le ocurrieran todas esas calamidades al mismo tiempo.
Isabel Martí, mujer de Bartolomé Terongí, alias el Conde, mercante de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cuarenta y dos años, reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; leyósele su sentencia con méritos y fue relajada a la justicia y brazo seglar, con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.
Doña Águeda agradecía este triunfo como Fidias pudiera haber agradecido la admiración que el mundo tributó a su Minerva. ¡Es una estatua griega! había dicho la marquesa de Vegallana, que se figuraba las estatuas griegas según la idea que le había dado un adorador suyo, amante de las formas abultadas. ¡Es la Venus del Nilo! decía con embeleso un pollastre llamado Ronzal, alias el Estudiante.
Palabra del Dia
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