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Actualizado: 2 de junio de 2025
Es portentosa la multitud de pajarillos que alegran estos campos y alamedas. Yo estoy encantado con las huertas, y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas. Mi padre quiere llevarme a ver sus olivares, sus viñas, sus cortijos; pero nada de esto hemos visto aún. No he salido del lugar y de las amenas huertas que le circundan. Es verdad que no me dejan parar con tanta visita.
Bien parece un gallardo caballero, a los ojos de su rey, en la mitad de una gran plaza, dar una lanzada con felice suceso a un bravo toro; bien parece un caballero, armado de resplandecientes armas, pasar la tela en alegres justas delante de las damas, y bien parecen todos aquellos caballeros que en ejercicios militares, o que lo parezcan, entretienen y alegran, y, si se puede decir, honran las cortes de sus príncipes; pero sobre todos éstos parece mejor un caballero andante, que por los desiertos, por las soledades, por las encrucijadas, por las selvas y por los montes anda buscando peligrosas aventuras, con intención de darles dichosa y bien afortunada cima, sólo por alcanzar gloriosa fama y duradera.
Hay muchos liberales que, por ser enemigos del Gobierno, se alegran de las ventajas carlistas. Contra estos truena en patriótica indignación don José de Relimpio, el cual se compra un mapa de Vizcaya y, clavando sobre él alfileres, sigue y escudriña y estudia con sublime anhelo los movimientos militares. Mayo. Bilbao es libre. Alegría, repiques, farolitos.
2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Aumentando la gente, no aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. 4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
ELECTRA. No hay ángeles, no, no... Oigo mi nombre, oigo el bullicio de los niños, que remueve toda mi alma. Son los hijos del hombre, que alegran la vida. Hermana Dorotea, diga usted a la Hermana Guardiana que vigile la puerta de la calle Nueva y la de la Ronda. DOROTEA. Voy, señor.
Es curioso notar que mis paisanos, los budistas villaverdinos, nunca se alegran y regocijan como en día tan lúgubre y de tan penosas memorias. No podía suceder de otra manera en la ciudad de las «almas tristes». ¡Cómo suspiré en el Colegio por aquella fiesta y aquel paseo! Así es que al ver que tía Carmen seguía bien me encaminé hacia Barrio Viejo.
3 Yo mandé a mis santificados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, que se alegran con mi gloria. 4 Murmullo de multitud [suena] en los montes, como de mucho pueblo; murmullo de sonido de reinos, de gentiles reunidos; el SE
Estaban cerca de la puerta, cuando Aresti se detuvo para protestar de nuevo contra su tierra. Además, me indignaba la tristeza de este país. Cuando Bilbao era una villa comercial y de obscura vida, tengo la certeza de que la gente se divertía mejor. Ahora, con la riqueza, es un convento. En el mundo todos se alegran cuando la fortuna les entra por las puertas.
Siente el alma, dolorida por fiebre que la consume, sutil y vago perfume, que al descanso la convida; y al quedar adormecida por el agua saltadora, que susurra arrulladora, dejos de ardientes caricias, sueña con locas delicias de las que alegran la vida.
Son las lágrimas moneda que no se puede falsificar, único refugio nuestro: lavan las manchas de nuestros pecados, aplacan la ira de Dios, alcanzan el perdón, alegran el alma, fortifican la fe, aumentan la esperanza y encienden la caridad. El mismo divino Jesús lo ha dicho: «Bienaventurados los que lloran, porque sacarán fruto de consuelo.» María se sintió enternecida.
Palabra del Dia
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