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Actualizado: 10 de julio de 2025
No es la digestión... ¿qué sabes tú?... Si fuera la digestión, sentiría siempre el mismo sueño después de comer; ¡es el aire!... es un efecto de oxigenación... es ya la obra del ambiente puro del campo. Tal vez tienes razón; pero me siento como si hubiera tomado alcohol. Exactamente... eso es... una especie de... Borrachera sin vino dijo Ricardo.
Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalinas ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas: sino que cuando la escena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se lo dice al público, o pone una mesa, que quiere decir banquete, o cuelga una lanza al fondo, que quiere decir batalla, o sopla el alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que quiere decir que hay incendio.
¡Qué inmenso e ideal amor! exclamó lord Gray . Y todo eso por Mariquilla de las Nieves... Beba usted esa copa. Supe que amaba a otro añadí sintiendo que mi cerebro despedía una lumbre vagorosa y desparramada, llama de alcohol que trazaba mil figuras en el espacio con sus lenguas azules . Amaba a otro. Una noche se me apareció. Iba de brazo con su nuevo amante.
Agapo se descubría, como ante una imagen, y entraba en el comedor y se sentaba, sí, señor, se sentaba en una silla de rejilla, porque allí no temían que lo manchara todo con su contacto; en la alacena no faltaba el trozo de carne fría guardado para él, o el platito de arroz con leche o el resto de carbonada, que la señora calentaba por sus manos en la maquinilla de alcohol.
A trechos por el ultramisticismo de apoteosis de sus poemas pasa una desolada sombra de horror: el ala angustiadora y proterva del monstruo del alcohol. Y así nos ha dado las más hondas y raras impresiones que artista alguno dió a la humanidad en todos los tiempos.
No pudo recordarlo; pero lo buscaría, a tientas también; y una vez hallado, saldría de la alcoba, cogería el llavín que estaba colgado de un clavo en el recibimiento, y ¡aire!... ¡a la calle! La idea de la evasión estuvo flameando un rato sobre sus sesos, como una luz de alcohol, sin que pudiera entender cómo se había encendido semejante idea.
Era café mezclado con aguardiente de caña, pero en desiguales proporciones, siendo más el alcohol que el líquido negro. Tòni bebía rápidamente todos los vasos ofrecidos. El capitán los rechazaba, pidiendo café puro. Su sobriedad era la del antiguo nauta: la sobriedad del padre Ulises, que mezclaba el vino con agua en todas sus libaciones.
Espantado, y bajo la influencia embrutecedora del alcohol, desconoció la obra de sus manos. Dió horribles gritos, y acudiendo los vecinos comprendieron, por la incoherencia de sus palabras, la alucinación de que era víctima.
Y aun es más fácil desprenderse de una pena que de ciertas personas profesionales de la impertinencia. ¿Ignoras acaso que el alcohol es un irresistible anestésico para todo dolor moral? Sin duda; pero el remedio es peor que la enfermedad. La tarea, pues, está en encontrar remedios que curen sin enfermar. ¿Cuáles serían?...
Eran dos buenos parroquianos, con la gorrilla caída sobre la frente, los ojos vidriosos y lagrimeantes, y la nariz violácea y húmeda; una yunta alegre, unida por el yugo fraternal del alcohol, que, mientras hubiese cafetines abiertos, declaraban, como el doctor Pangloss, que este mundo es el mejor de los mundos posibles.
Palabra del Dia
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