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Actualizado: 27 de junio de 2025
En indescriptible pánico el cataclismo volcánico con raudo impulso titánico avanza, la campanada alarido es de terror; sigue el bronce, sigue el bronce con su clamoroso estruendo diciendo cuál crece el peligro horrendo, cuál se inflama la llama, y la Luna como forma de sangriento tabernáculo, alumbra el rojo espectáculo en su fantástico horror.
De repente, un grito... un alarido... una voz como sólo puede emitirla un cuerpo al que se le escapan las fuerzas. Y doña Luisa entró á tiempo para sostener á su marido, que se venía al suelo. El senador se excusaba, confuso, ante los muebles, ante las paredes, volviendo la espalda en su aturdimiento al cabizbajo René, que era el único que podía oirle.
De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría. Las vulgares coplas, oídas por Rafael tantas veces en sus juergas con las gitanas, parecían nuevas en los labios de María de la Luz.
Un solo rayo de sol penetraba en la estancia tras una madera entreabierta. ¡Qué alarido el que estalló en la obscuridad cuando el niño alzó en el haz luminoso la sanguinolenta cabeza que goteaba sobre el tapiz! Una de las dueñas se derrumbó de espaldas, presa de brusco soponcio. La mujer que acompañaba a Ramiro contó con alegría la proeza del mancebo.
450 Y aquella voz de un solo, que empieza por un gruñido, lega hasta ser alarido de toda la muchedumbre, y ansí adquieren la costumbre de pegar esos bramidos. 451 De ese modo nos hallamos empeñaos en la partida; no hay que darla por perdida por dura que sea la suerte, ni que pensar en la muerte, sino en soportar la vida.
Fué tanto el alarido y vocería Que los indios entonces levantaban, Que el mundo parecía se hundìa Y las cosas ya todas se acababan. En tanto este negocio sucedía. Los tristes zaratinos lo pasaban Allá en nuestro Argentino de tal suerte, Que el mal allí menor era la muerte.
El Almirante sale al mar sañoso, Del importuno viento sacudido: La gente clama al Alto Poderoso Con voces, gritos, llantos y alarido. El sexo femenil mas doloroso, Causaba fuese el caso dolorido, Que tantos alaridos levantaban, Que la tormenta mas acrecentaban.
Esta divina inconsciencia le ha librado de comprender que los camastros de la Posada del Peine son más propios para cenobitas, que gustan de atormentar el cuerpo, que para gente voluptuosa que guste de dormir a pierna suelta. Tampoco aquel su suntuoso alzacuellos de obispo era el último alarido del dandysmo ni de la comodidad. Pero de todas las menguas le salvaba su imaginación.
La amazona fue despedida de la silla, al mismo tiempo que un alarido de emoción de muchos centenares de bocas sonaba a lo lejos. El caballo, al librarse de los cuernos, salió corriendo como loco, con el vientre manchado de sangre, las cinchas rotas y la silla tambaleante sobre el lomo. El toro fue a seguirlo; pero en el mismo instante, algo más inmediato atrajo su atención.
Gran grita y alarido levantaron Los indios en le oir estas razones: El dicho con aplauso celebraron, Cesaron diferentes opiniones. El consejo con gozo consumaron Conformes en el alma y corazones, Sujetándose al dicho de la vieja Y así cada cual dellos se apareja. El nuestro Paniagua placentino, Con gente muy lustrosa y muy lucida, Con ánimo de fuerte paladino Comenzó, como dije, su partida.
Palabra del Dia
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