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Actualizado: 27 de junio de 2025
Si bien no habían reñido nunca seriamente, de los siete días de la semana pasaban seis de morros, porque él quiso besarla y ella no estaba de humor de consentirlo, o porque ella pensó ir al teatro y a él se le ocurrió meterse en cama, con dolor de cabeza; pero, así y todo, no pertenecían al grupo de los mal casados, teniendo ambos la discreción de no ahondar lo que pudiera separarles y manteniéndose alejados, en lo posible, de la lucha que dividía a sus hermanos.
Esta fuerza disciplinada y, no obstante, temible, con sus engranajes y brazos de hierro, no es otra cosa que la fuerza del arroyo transformada en energía mecánica. El agua, que en otro tiempo no realizaba más trabajo que derribar sus márgenes para establecer otros y ahondar unas partes de su lecho para elevar otras, es ahora el auxiliar directo del hombre para tejer ropas y moler granos.
Y no lo digo tanto por el respeto y la adhesión que me mostraban los honrados tablanqueses desde la muerte de mi tío, como por lo que yo sentía ahondar y extenderse y engrosar en mi conciencia escrupulosa las raíces de mi compromiso renovado y consagrado de aquel modo tan solemne.
Porque en el mundo moral, lo mismo que en el físico, nada nace de la nada, y cada cosa engendra su semejante. »Aquellas preguntas y esta reflexión me hice entonces también, y sin respuesta se quedaron, quizás por ignorancia, o acaso por repugnarme ahondar en la materia con el análisis.
Las ideas de la Vida de Jesús y las que había oído a Montesinos bullían confusamente en su cerebro, y no se calmarían repentinamente por un esfuerzo de la voluntad. ¿Por qué no había de ahondar en el examen de los orígenes de la religión cristiana? ¿Por qué no había de conocer hasta en sus últimos pormenores los datos de la discusión, a fin de confundir, de pulverizar a cualquier racionalista que se le presentase, por sabio que fuera?
A fuerza de ahondar en eso, don Juan se convenció de que Cristeta despertaba en él cierto interés, algo que no le hizo experimentar ninguna de cuantas había conocido hasta entonces. No obstante lo cual, sin pararse a desentrañar lo significativo del síntoma, quedaron en su ánimo resueltos el regalo y la fuga. Capítulo XI A consecuencia del cual perderá don Juan la simpatía de las lectoras
Mira, Doña Blanca dijo el fraile, que jamás abandonaba el tuteo, aunque se incomodara, no creas que se necesite ser un Apeles ó un Fidias para conocer que es feo D. Casimiro. Su fealdad es tan patente y somera, que no hay que ahondar mucho para descubrirla. Y en cuanto á su ruin salud y escasa amenidad, te aseguro lo mismo.
En el segundo se nos presenta Isabel con un disfraz extraño, efecto de un plan que ha forjado, de entrar al servicio de Elvira como costurera, con el fin de ahondar aún más todavía la desunión que ha surgido entre los dos amantes, y al mismo tiempo de emplear todos los medios posibles en atraer á sus redes á Don Diego.
Luego de conocerla y ahondar en su alma con el trato, se hacía querer, pero le faltaban esas gracias corporales que hechizan los sentidos y dominan la voluntad. Don Gaspar lo sabía y por ello la amaba doblemente: como hija y como hija fea que ha de ser resarcida en cariño paternal, de aquel otro afecto menos puro, que no habían de profesarle los hombres.
No, Cristo Padre; era preciso inventar algo, buscar, revolver medio mundo, ahondar en las entrañas oscurísimas del problema para dar con la clave de él.
Palabra del Dia
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