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Actualizado: 4 de septiembre de 2025


Nítidas cláusulas épicas: fúlgidas ondas triunfales, todo un himno glorioso van trazando las águilas, a golpes de huracán, al cruzar los espacios suspensos en un éxtasis único.

Las chicas nerviosas prestaban sin querer inquieto oído a la voz de los marineros en proa. Una señora recién casada se atrevió: ¿No serán águilas?... El capitán se sonrió bondadosamente: ¿Qué, señora? ¿Aguilas que se lleven a la tripulación? Todos se rieron y la joven hizo lo mismo, un poco avergonzada. Felizmente un pasajero sabía algo de eso. Lo miramos curiosamente.

Encima de la puerta del fuerte que abre el camino que dirige á Atimonan se conservan toscamente grabadas sobre la piedra las águilas imperiales de la casa de Austria, escudo que también se muestra en las ruinosas paredes del Tribunal. La muralla cierra el pueblo por la parte que mira á la mar con el castillo de San Diego.

Pero poco importa su belleza. Si el rey la admira, el pastor la odia, y le ha declarado guerra mortal, por enemiga del rebaño. Pronto no habrá águilas, buitres ni gipactos más que en los museos: ya no se ve en muchas montañas ni un nido, ó el único que queda no guarda más que un pajarraco solitario y desconfiado, viejo, medio tullido y comido por los parásitos.

Son: el "león rampante", España, y las "águilas voraces", Norte-América. A Claro Recto le ha complacido la sinécdoque. Ya agotaron sus flechas nuestras viejas aljabas con el león hispano en rudo batallar, y con aquellas águilas que viéndonos inermes, cruzaron el Pacífico en un vuelo triunfal.

Entonces, por segunda vez, se encaminó hácia el Continente Europeo y presenció la coronacion de Napoleon I, de cuyo génio militar y político era apasionado admirador, y cuatro años despues vibraba en sus oidos el grito de independencia ó muerte dado por los españoles al lanzarse al campo para estorbar por medio de las armas el poderoso vuelo de las águilas invasoras.

En aquellos, atardeceres mincosos de la gran Metrópoli, en que Martí solía pasearse por las alamedas de Green Wood, ¡quién iba a imaginarse que de aquella mano tan sencilla pendía un mundo, que tras aquella cabeza silenciosa iba una bandada de águilas libertadoras! Su erudición, pasma. Si todos van contra él, él va contra todos. Tiene del ala y del hacha. De la roca y del torrente.

Apenas pensaba ya, no hacía más que sentir. La verja de bronce dorado, que separaba la capilla mayor del crucero, se interrumpía en ambos extremos para dejar espacio a los púlpitos de hierro, todos filigrana. Servían de atriles para la Epístola y el Evangelio, sendas águilas doradas con las alas abiertas.

Y la pobre joven, casada con «Vatacio el Herético» por un padre necesitado de alianzas, había vivido largos años en Oriente con toda la pompa de una basilisa, envuelta en vestiduras de rígidos bordados que representaban escenas de los libros santos, calzada con borceguíes de púrpura que llevaban en las suelas águilas de oro, último símbolo de la majestad de Roma.

El pato se utiliza, no sólo por su carne, sino por los huevos que, cocidos, son uno de los manjares que mas agradan al indio; los vende en las galleras, pintados de colores, donde hacen gran consumo de ellos. Las aves de rapiña son muy numerosas. Aguilas. Las hay de muy extraordinaria magnitud, de color grís, y las alas y cola muy obscuras. El lauing, parecido al águila, de gran tamaño y fuerza.

Palabra del Dia

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