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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Mientra hemos zido rivales, ez natural que zucediese... ¡Pero ahora que me ha vito uzté caer en la mizma cuna y por do vece recogío...! No pude menos de sonreír. Comprendí que tenía razón. Habló con la mayor franqueza de su posición y recordó todos los pasos que había dado para agradar a Gloria, haciendo burla de mismo con bastante gracia.

Así es que sólo quería agradar de puro bondadosa: por donde resultaban en ella una naturalidad, una modestia y un olvido aparente de su propio mérito, que encantaban y pasmaban.

¿Cómo aquel socarrón, marrullero, siempre alerta, se había dejado llevar de aquel arrebato? No había tal cosa. Estaba muy sereno. Bien sabía su papel. Su propósito era agradar a don Álvaro, por causas que él conocía; y aunque el presidente del Casino fingiera defender al canónigo, a Foja le constaba que no le quería bien ni mucho menos.

Las damas no desdigan de su nombre; Y si mudaren traje, sea de modo Que pueda perdonarse, porque suele El disfraz varonil agradar mucho. Guárdense de imposibles, porque es máxima Que sólo ha de imitar lo verosímil; El lacayo no trate cosas altas, Ni diga los conceptos que hemos visto En algunas comedias extranjeras.

Nunca á disparidad abre las puertas Mi corto ingenio, y hallalas contino De par en par la consonancia abiertas. Cómo puede agradar un desatino Si no es que de proposito se hace, Mostrandole el donaire su camino? Que entonces la mentira satisface Quando verdad parece, y está escrita Con gracia, que al discreto y simple aplace.

Siempre había sido amable, con cierto aire florido, un tanto pasado de moda; pero en esta ocasión se excedía á mismo y todo en él tendía hacia este fin: agradar á aquella niña, de la que quería hacerse amar. No tenía, por otra parte, grandes esfuerzos que hacer; la puerta que pretendía forzar estaba abierta de par en par para él.

Primero. ¿Por qué, contra lo acostumbrado, le envió el presente a su casa? : esto indudablemente era horror a la ostentación. Segundo. ¿Por qué, pues el obsequio era costoso, haber gastado tanto para ella? Aquí estaban claras la esplendidez y el deseo de agradar. Finalmente, ¿a qué regalar un costurero a una mujer que no tenía tiempo de dar puntada? Esto no podía explicarse.

Y aquí terminaron sus relaciones con el consejero y su grupo. Los comerciantes, al verse cada vez más próximos á su patria, se iban despojando del servil deseo de agradar que les acompañaba en sus viajes al Nuevo Mundo. Tenían, además, graves cosas de que ocuparse. El servicio telegráfico funcionaba sin descanso.

5 Porque los que son conforme a la carne, las cosas que son de la carne saben; mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu. 8 Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Cristo, el tal no es de él.

Aquella noche durmió mal, tras madrugar mucho, almorzó sin gana y se vistió como quien pretende agradar.

Palabra del Dia

reclinándose

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