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Actualizado: 28 de junio de 2025
FELIC. Sin esto, advierte, señor, Que debe de haber un hora Que están llamando a la puerta Su viejo padre y su esposo, Y que es justo y aun forzoso Que la hallen los dos abierta; Porque, si no entran aquí, Dirán que tienes a Elvira. D. TELL. Todos me mueven a ira. Elvira, escóndete ahí, Y entren esos dos villanos. ELVIRA. ¡Gracias a Dios que me dejas Descansar!
El irascible capitán no sólo parecía un padre en aquel momento, sino una madre tierna y cuidadosa. No se atrevió á darla un beso aunque buenas ganas se le pasaron, pero tomó su linda barba entre los dedos y la acarició. Mas como al hacerlo volviese los ojos, por ese secreto instinto que nos advierte el peligro, hacia la ventana, observó que cruzaba por delante Rosenda.
Es verdad que alguna y muy rara vez, al dispertar, tenemos la reminiscencia de que en el acto mismo del sueño asomaba la duda de si soñábamos; pero esto sucede con poca frecuencia; y en general puede asegurarse, que el sueño no anda acompañado de ese crepúsculo de razon reflexiva, que nos advierte de nuestro estado, y de la ilusion que padecemos.
No por esto se advierte la falta de lo cómico al lado de lo devoto.
Ya lo veo... repuso lord Gray, rematando una botella. El mundo se me cayó encima. Se apagó el sol... ¿No lo ve usted, hombre; no advierte las horribles tinieblas que nos rodean?
Por eso nadie advierte la sonrisa de triunfo con que acoge la observación.
Esta falta de cultura literaria y filosófica que en Zola se advierte, y de que tanto provecho han sacado sus adversarios, sin llegar por eso a obscurecer la genial perspicacia con que juzga de las obras en particular, explica la flaqueza de sus teorías, los pésimos argumentos con que las explana y defiende, el aparato con que presenta como descubrimientos y novedades las máximas de crítica más triviales y manoseadas, y las fórmulas absurdas que da a algunos pensamientos, por otra parte muy razonables. ¿Quién no ha de sonreírse del candor mezclado de soberbia con que confunde a cada paso los términos de la ciencia y los del arte? ¿Quién podrá sufrir que, por todo sistema de estética, se nos dé un trozo de la Introducción de Claudio Bernard al estudio de la medicina experimental? ¿Ni cómo llevar con paciencia el que unas veces se asimile el arte con una estadística y otras con una clínica, y se le dé, por única misión, el recoger y coordinar documentos humanos?
Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.
Venía subiendo la escalera, y me entró tal rabia, que me pregunté a gritos: ¿Pero cómo se llama, cómo se llama?.... Me acordé al entrar en la casa. Hoy estaba haciendo una medicina para un enfermo de los ojos, y en vez del sulfato de atropina puse el de eserina, que es la indicación contraria. Si no lo advierte Ballester... ¡qué atrocidad!, dejo ciego al enfermo... No puedo trabajar.
Y advierte, Sancho, que yo veo poco, o que aquel bulto grande y sombra que desde aquí se descubre la debe de hacer el palacio de Dulcinea. -Pues guíe vuestra merced -respondió Sancho-: quizá será así; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo como creer que es ahora de día.
Palabra del Dia
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