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Del mismo sofisma usan los que acusan toda una Religion por solo el defecto de algun individuo de ella; y lo mismo sucede á los que desprecian la Filosofía y la Crítica, porque las han cultivado algunos Hereges.

Las infinitas maneras de quejarse acusan los infinitos modos de sufrir, y estos las infinitas clases de lesiones que afligen al organismo humano; de donde resulta que el supremo bien, la ciencia, se nutre de todos los males y de ellos nace, así como la planta de flores hermosas y aromáticas es simplemente una transformación de las sustancias vulgares o repugnantes contenidas en la tierra y en el estiércol».

Eso no puede ser. Tened toda la queja que queráis, pero no lo digáis á nadie dijo Cosme Aldaba. ¿Y os soltarán...? dijo Montiño. Indudablemente. Pero yo me quedaré aquí. ¡Vos, marido mío! , por cierto; como que me acusan de haber dado muerte á vuestro amante.

13 ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. 16 Y por esto, procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres. 17 Pero pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi nación, y ofrendas,

El Príncipe, por equivocación, llega una noche al aposento de la verdadera Doña Sol, la cual lo rechaza enérgicamente, como exigía su deber; pero esta conversación llega á oídos de Don Juan, que había venido á hacer una visita secreta á su esposa, y como desconoce el conjunto de circunstancias, causa de esta entrevista, tiene por infiel á su esposa, á la cual acusan las apariencias.

La blancura deslumbradora de sus casitas, que cada pocos días enjalbegan las mujeres, la estrechez de sus calles, la limpieza extraordinaria de sus patios y zaguanes, acusan la presencia, por muchos años, de una raza fina, culta, civilizada, que ha dejado por los lugares donde hizo su asiento hábitos graciosos y espirituales. El pueblo es pequeñísimo: al instante se sale de él.

No pocos críticos acusan a Tofail de panteísta; pero yo me atrevo a sostener, si bien con la timidez que mis escasos conocimientos me infunden, que Tofail está exento de panteísmo. La persistente realidad de cuantos seres hay en el mundo queda a salvo con su doctrina. Dios lo penetra todo, pero no se confunde con nada.

Junto á él y cogidos de sus manos, como un hermano afectuoso el uno, como un maestro y un padre el otro, están Manuel Cañete y D. Aureliano Fernandez-Guerra... Manuel Cañete, el poeta inspirado y elegante, el restaurador de nuestro primitivo teatro, el crítico á quien la fuerza, la violencia del amor á lo bello encarnado en su espíritu, le obliga hasta á ser cruel y despiadado con lo malo; Fernandez-Guerra, el sabio infatigable, el sabio poeta, á quien acusan de soñador en sus juicios los que no comprenden que, á veces, tiene que inventarse cosas que no sepa para estudiarlas, porque cuanto humanamente se puede saber está ya tan bien colocado en su cerebro como los libros en una biblioteca.

Harto que los impíos del día presente acusan, con falta completa de fundamento, a nuestra santa religión de mover las almas a aborrecer todas las cosas del mundo, a despreciar o a desdeñar la naturaleza, tal vez a temerla casi, como si hubiera en ella algo de diabólico, encerrando todo su amor y todo su afecto en el que llaman monstruoso egoísmo del amor divino, porque creen que el alma se ama a propia amando a Dios.

Como hemos dicho, los jesuítas dominaban al virrey. Jesuíta era su confesor el padre Castillo, y jesuítas sus secretarios. Las crónicas de aquellos tiempos acusan a los hijos de Loyola de haber contribuido eficazmente al trágico fin del rico minero, que había prestado no pocos servicios a la causa de la corona y enviado a España algunos millones por el quinto de los provechos de la mina.