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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Pagaba además con rumbo generoso a los cuarenta o cincuenta ganapanes que habían llevado en hombros las andas, y en las andas la mesa, con Cristo, Apóstoles y cuanto Dios crió; empresa titánica, de la cual no pocos quedaban derrengados y con feroces ampollas, a pesar de las almohadillas. Aquella noche echaba D. Acisclo el bodegón por la ventana.
El Cincinato electoral, a quien anhelaba mover D. Acisclo, porque con él daba por indudable el triunfo, era el famoso amigo mío D. Juan Fresco, de cuyos labios sé esta historia, así como otras muchas no menos ejemplares, que contaré en lo venidero, si Dios me concede vida y salud.
Todo menos eso respondió D. Acisclo . No me llama Dios por ese camino, y cualquier otro estado es bueno para servirle. Eso es indudable dijo entonces doña Luz . Yo no he creído nunca que a V. le pudiese entrar la manía de imitar a los solitarios penitentes; pero he pensado, como mis amigos, que usted medita y prepara, desde hace días, un cambio en su manera de ser y de vivir.
Con este notición se puso término a la charla, así porque era ya tarde, como porque los aplausos y vivas de doña Manolita y de Pepe Güeto no consintieron que siguiera adelante aquella noche. Preparativos electorales El plan de D. Acisclo había sido meditado pausadamente y en secreto, y estaba tan bien trazado, combinado y preparado, que no escaseaban las probabilidades de que se lograse.
Eso es, y después que baile «por panaderos» añadió D. Acisclo. No hay inconveniente respondió D. Alejandro echándole una mirada ambigua, con tal que don Acisclo suene los palillos y me jalee.
De aquí que haya tan pocos diputados en España como el que don Acisclo se proponía vencer. Era, por excelencia, lo que se llama un diputado natural.
La de los santos mártires Fausto, Januario y Marcial, que se llamó luego de S. Pedro; la de los santos patronos de Córdoba Acisclo y Victoria, y la de Sta. Olalla extramuros de la ciudad. Asi debió suceder con las de S. Andrés, Sta. Marina, la Magdalena, S. Lorenzo, Santiago, S. Nicolás de la villa, y las demas que creemos existían antes de la reconquista. Véase la lámina Iglesia de Sta. Marina.
El padre había intervenido sólo en los primeros días para tratar de disuadir a D. Acisclo de que se mezclase en elecciones; pero D. Acisclo no se dejaba convencer por nadie, y cuando lo reconoció así su sobrino, se retrajo, se calló, y no volvió a dar a entender ni siquiera que sabía en qué maremágnum andaba engolfado su tío.
De esta suerte ganaba él, haciendo ganar al marqués tres reales en arroba por la parte más corta. Luego echaba D. Acisclo en madera el mencionado vino, y al cabo de un año, le ponía tan exquisito, que vendía cada arroba por siete u ocho pesetas más de lo que le había costado.
Me llamó la atención una joven bastante linda que, mientras hablaba con don Acisclo, dirigía miradas de amor al través del follaje de una hortensia al lenguado gaditano, que le correspondía por el mismo conducto, sin dejar de meterse el dedo en la nariz. Los lienzos de las paredes estaban llenos de cuadros al óleo.
Palabra del Dia
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