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Actualizado: 17 de junio de 2025
Me retiré, pues, y en el corredor, una puerta se entreabrió para dejarme ver el lindo rostro de Presentación y una blanca manecita que me saludaba. Poco después entraba en casa de doña Flora. Después de enterar a la condesa del resultado de mi visita, dije a Inés: Asunción vendrá aquí. Ahora salía con D. Paco. Un momento después, Asunción entró y las dos amigas se abrazaban llorando.
Tenían a la verdad entrambos buen entendimiento pero sin más cultivo que el de su negociación, sin más letras que saber leer y escribir y sin más doctrina de su ley caduca ya y fenecida, que lo que bastaba para errar y perderse Sabían cuatro textos de la Biblia Castellana, más por tradición que por estudio, mal truncados, peor entendidos, a cuya letra querían estar tan asidos que negándose al espíritu de ella huían la vida que él les daba y abrazaban la muerte que en ella se proponían.
Digan sinó los defensores de la Inquisicion ¿en los reinos estraños en que esta no existia i moraban judíos, cuántos cristianos abandonaban su religion i abrazaban la de Moisés? En España al contrario, mientras mas autos de fe, mas muertes i mas infamias de linaje se hacian por los inquisidores, mas personas judaizaban.
Pero la tartana, como una coqueta, inconstante y caprichosa, reanudaba su rumbo primitivo, y a la velocidad de todo su velamen, iba a sumergirse en las oleadas de luz que abrazaban la atmósfera, desesperando así a los honrados guardacostas que se apuntaban un nuevo fracaso.
Instantes después, Ramiro sintió que le abrazaban por detrás, fuertemente, y en seguida un dolor en el pecho, a la altura del corazón, un dolor profundo, que le hizo caer el arma de la mano. Recordaba su desfallecimiento y su grito de ¡confesión!, al sentirse morir, y el frío del agua, en su mano colgante.
Y por todas partes se veían en la sombra personas que se buscaban unas a otras, que se daban la mano, que se abrazaban. Otros gritaban al mismo tiempo: «¡Niclau! ¡Sapheri!», pero no obtenían respuesta. Aquellas voces se repetían hasta volverse roncas, balbucientes, y, por último, cesaban. La alegría de los unos y la consternación de los otros producían un efecto desconcertante.
Terminada la lista, pudo comprobarse que nadie faltaba, que las balas de los alzados no habían hecho heridos, y esta noticia fué recibida con tanto gozo por todos los soldados, que éstos se abrazaban y pedían á sus oficiales perseguir á los alzados, para reanudar así el combate.
El maestro de escuela había ido a arrodillarse junto a su mujer e hijos, que lo abrazaban con enternecimiento, recordando su peligro de hacía tres años; el alcalde, como un patriarca bíblico, ponía las manos sobre la cabeza de sus hijos, agrupados en su derredor; el tío Francisco y la tía Juana también, en medio de sus hijos, murmuraban llorando su oración; Gertrudis abrazaba a su hermosa hija, quien inclinaba la frente como agobiada por la felicidad, y Pablo sollozaba, quizás por la primera vez, teniendo aún entre sus manos la blanca y delicada de su adorada Carmen, que acababa de abrir para él las puertas del paraíso.
Abrazaban, por decirlo así, todos los momentos de la vida; penetraban en las relaciones de unos hombres con otros, en el amor, en el matrimonio, en la amistad, en la familia, en la dependencia de los súbditos respecto del soberano, etc., bajo una forma concreta y constante; sus máximas y deberes abrazaban la vida entera en lazos indisolubles, y sus efectos se habían identificado hasta tal punto con la nación, que fueron vanos los esfuerzos de la Iglesia en anularlos.
Candido les presentaba á Martin y á Cacambo: todos se abrazaban, todos hablaban á la par; bogaba la galera, y estaban ya dentro del puerto. Llamáron á un. Judío á quien vendió Candido por cincuenta mil zequíes un diamante que valia cien mil, y el Judío le juró por Abrahan, que no podia dar un ochavo mas.
Palabra del Dia
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