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Actualizado: 26 de mayo de 2025


No comprende usted exclamó con desesperación. ¿Y la humillación, y la vergüenza? ¿No es eso nada para usted? ¿Cómo pensar en eso sin morir? Tal idea me da fiebre... Temblaba y estaba agitada por grandes calofríos. Es preciso absolutamente que yo tenga esas cartas. ¿Se las ha pedido usted al señor Lautrec? , sin duda; y se ha negado a dármelas. Es abominable, odioso...

Señor juez: ¡soy víctima de una abominable maquinación! ¡Han logrado dar un golpe de chantage político sin ejemplo en la historia del sufragio universal! EL JUEZ. ¡No veo la relación que pueda tener esto con el sufragio universal! ELOY. ¿Me juzga usted culpable? EL JUEZ. Yo le pregunto solamente si confiesa los hechos.

De aquí, segun algunos, el llamarse comunmente esta capilla de la Sangre; pero hay quien escribe que es debida esta advocacion á un triste caso de tremenda profanacion ocurrido por los años de 1482 con el tesorero de la catedral D. Pedro Fernandez de Alcaudete, que habiendo escondido en el Sacrificio la Hostia Sacramentada en un zapato, fué sorprendido en este abominable delito por el rastro de sangre que dejó su pié en dicha capilla.

»¡Si lo sabía!... Luz no había visto el mundo, ciertamente, y había sido educada muy lejos de él; pero en todos los libros y en todas las bocas había aprendido las mismas reglas para conocerle; en todos sus escondites la habían enseñado a estimar el bien con la pintura abominable del mal; y así, para realzar a sus ojos el mérito de la mujer honrada, se habían valido del retrato de la que no lo era.

Si algo hubo de más valor en la antigua civilización americana, había decaído y se había corrompido ó degradado antes de llegar los españoles. Poco ó nada tuvimos que destruir nosotros que no fuera perverso y abominable.

Agitada, desatentada, fuera de mi unas veces, y muriéndome otras de pesar, tenia preocupada la imaginacion con la muerte de mi padre, mi madre y mi hermano, con la insolencia de aquel soez soldado bulgaro, con la cuchillada que me dió, con mi oficio de lavandera y cocinera, con mi capitan bulgaro, con mi sucio Don Isacar, con mi abominable inquisidor, con la horca del doctor Panglós, con aquel gran miserere en fabordon durante el qual le diéron á vm. doscientos azotes, y mas que todo con el beso que á vm. detras del biombo la última vez que nos vimos.

«Todas las bibliotecas públicas debieran cerrarse.» «La mayor estupidez que he leído es esta frase de Carlyle: La mejor universidad de estos tiempos es una biblioteca. Yo replico: la mejor universidad sería un cuartel. Quiero decir: una cultura socializada e impuesta al modo de la disciplina militar. La disciplina militar es abominable porque es inculta.

El misticismo es un condimento sin el cual el amor sería desabrido para los paladares delicados; mas nunca pasa, para las gentes vulgares, de ser un condimento; es como la sal, la mostaza, la pimienta y otras exóticas especierías. Lastimoso, abominable es que las gentes piensen así; pero ello es que así piensan.

El juez me declaró libre, con la condicion de ser el sucesor del médico; y muy en breve me sustituyó otra, y fuí despedida sin darme un quarto, y forzada á emprender este abominable oficio, que á vosotros los hombres os parece tan gustoso, y que para nosotras es un piélago de desventuras. Víneme á exercitar mi profesion á Venecia.

No eran ciertamente las competencias groseras que se establecen en las sociedades profanas, donde las intrigas afectan un carácter violento, donde las relaciones del varón y la hembra tienen su fundamento siempre en la explosión de los sentidos, llevan el sello abominable de la animalidad.

Palabra del Dia

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