Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de junio de 2025
Si la historia de Fernando, en La Dorotea, fuese idéntica en todo á la de Lope, como lo es en algunos puntos, hubo de ir á la Universidad á los diez años y abandonarla á los diez y siete; pero lo primero concuerda difícilmente con los otros datos.
Quise estudiar medicina, que, como usted habrá comprendido, es lo que más concuerda con mis inclinaciones. Pues bien, al segundo año he tenido que abandonarla por dignidad. ¿A que no sabe usted en qué asignatura me han dejado tres veces suspenso? Sánchez le miró con ojos interrogantes. Vamos, imagíneselo usted. D. Pantaleón hizo una mueca para significar que le era imposible. ¡En fisiología!
¿Acaso tenía ella la culpa de que Villamelón fuese un Juan Lanas?... ¿Iba a dejar ella que un periodistilla cualquiera se riese de su aislamiento?... ¿Sería capaz de abandonarla en aquel trance, él, su único amigo, el hombre en que había puesto su amistad y su confianza?... Y, por otra parte, la suerte de ambos estaba ligada y érales necesario, desde luego, hablar gordo a aquella gentuza: a ella, para que entendiesen de una vez para siempre que sabía hacerse respetar; a él, porque era muy joven, comenzaba su carrera en el mundo, y ningún paso más acertado, ningún exordio más oportuno que poner el pie en esta senda erizada de peligros, descalabrando a un periodista; que no en balde se ha dicho: En aquesta salvaje y fiera liza, Lleva más razón quien más atiza.
El no era inglés ni francés. Tampoco era alemán; pero la mujer que él amaba lo era, y no iba á abandonarla por unos antagonismos que le resultaban sin interés. Freya no debía llorar.
Si demoró tanto fue porque había cambiado de propósito; porque, cuando ya iba a abandonarla, notó que ella tampoco pensaba en él, y entonces su amor propio herido lo apartó de su primera intención. Entonces se dijo que esa mujer no debía ser de otro, quiso que volviera a ser suya como antes, y se mostró arrepentido, suplicante.
Sí, Judit, no los quiero, no quiero más que su amor; y si es verdad que no me ha olvidado, que me ama todavía... ¡venga... sígame!... para seguirme es preciso amarme... porque ahora ya no tengo fortuna que ofrecerle... ¡Qué! duda... no me responde... ¡ah! ¡comprendo su silencio! Adiós, adiós para siempre. Y se dispuso a abandonarla; pero Judit le detuvo, asiéndole de una mano.
Primeramente fué mirando las distintas láminas; después empezó la lectura de sus páginas, escogidas al azar, dispuesto á abandonarla, pero retardando el momento á causa de su curiosidad, cada vez más excitada. Al fin acabó por entregarse sin resistencia al interés de un libro que resucitaba en su memoria remotas emociones.
Si ella es buena, no le querrá a Vd. para marido, ni siquiera para amante; pero, por amor de Dios, no sea Vd. clérigo tampoco. La Iglesia ha menester de otros hombres más serios y más capaces de virtud para ministros del Altísimo. Por el contrario, si Vd. ha sentido una gran pasión por esta mujer de que hablamos, aunque ella sea poco digna, ¿por qué abandonarla y engañarla con tanta crueldad?
«Yo no sé lo que es, amiga mía; pero la ministra, de unos días a esta parte me ha preguntado como unas seis veces si la había visto a usted... 'Yo no voy me dijo ; pero hay que mirar algo por ella, y no abandonarla como a un perro'. Por esto me decidí a venir, y ahora me alegro, porque veo que usted me ha recibido, y que continuaremos siendo buenos amigos. Quedamos en que vendrá Quevedo.
Aprovechando el momento, por medio de un poderoso émbolo le lanza un tonel de leche. El macho no suele abandonarla, y grande es su embarazo cuando el pescador feroz ataca al ballenato.
Palabra del Dia
Otros Mirando