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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Julián sacó del libro del abad una jaqueca tremebunda. Bendijo la memoria de fray Venancio, que, más radical, no dejara ni rastro de cuentas, ni el menor comprobante de su larga gestión. Había puesto Julián manos a la obra con sumo celo, creyendo no le sería imposible orientarse en semejante caos de papeles.

Hice algunas diligencias Por no volver a cansarte, Pero ninguna fué parte A mover sus resistencias. Hablóle el cura, que allí Tiene mucha autoridad, Y un santo y bendito abad Que tuvo piedad de , Y en San Pelayo de Samos Reside; pero mover Su pecho no pudo ser, Ni todos juntos bastamos.

¿Qué tal? le preguntó Primitivo . ¿Hay ánimos para otra pinguita de tostado? Volvióse Perucho hacia la botella y luego, como instintivamente, dijo que no con la cabeza, sacudiendo la poblada zalea de sus rizos. No era Primitivo hombre de darse por vencido tan fácilmente: sepultó la mano en el bolsillo del pantalón y sacó una moneda de cobre. De ese modo... refunfuñó el abad.

El tío exclamó, doblando la carta siempre tan guasón y tan célebre.... Dice que aquí me manda un santo para que me predique y me convierta.... No parece sino que tiene uno pecados: ¿eh, señor abad? ¿Qué dice usted a esto? ¿Verdad que ni uno? Ya se sabe, ya se sabe masculló el abad en voz bronca.... Aquí todos conservamos la inocencia bautismal.

Hubieran semejado dos estatuas de bronce, si no se hubiera sentido el resoplido de la fatigada respiración de los combatientes y si no se hubiera visto correr abundante sudor por sus encendidas mejillas. ¡Quién sabe cómo hubiera terminado aquel combate! Mal hubiera terminado, sin duda, si no llega precipitadamente el abad y logra al punto separarlos.

El Abad CALMET, que trató de propósito este punto, no adhiere al dictamen comun de los antiguos Escritores, que suponian haber tomado Platon las noticias de los libros de MOYSES, por haber tratado con los Judíos en Egipto.

¡Lo visteis, desgraciados! gritó el abad. ¿Y acaso no sabíais que el capítulo treinta y cinco de los reglamentos de esta orden os lo prohibía terminantemente? ¿De cuándo acá habéis olvidado que en presencia de una mujer debemos todos bajar la vista y aun volver la cara?

Fué fundada por el obispo D. Fernando Gonzalez Deza en el año 1400, junto al muro de poniente, mas abajo de la de S. Antonio Abad, ocupando otros dos tramos de la misma nave principal, y dejando entre ambas un espacio igual. El fundador fué enterrado en ella.

Palomino dice, que luego retrató al Cardenal Panfili, a Camilo Máximo, a Abad Hipólito, a Micael Ángelo, a Fernando Brandano y a Jerónimo Vibaldo, hermano el primero, servidores altos y bajos del Pontífice los otros; y además a dos damas, la pintora Flaminia Triunfi y la famosa doña Olimpia Maldachini, quien por cierto, no debía de ser modelo de extraordinaria belleza, aunque hubiera sido hermosa, pues habiendo nacido en 1594, pasaba ya de los cincuenta y cinco años.

Don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, señor de la torre de Juan Abad, y secretario del virrey de Nápoles, solicita urgentemente y para asuntos graves, una audiencia de vuestra majestad. No me dejarán parar dijo el rey con disgusto . ¿Y quién ha dicho á don Francisco que yo estoy aquí?

Palabra del Dia

mármor

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