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Actualizado: 22 de mayo de 2025


10 Y haré atónitos sobre ti muchos pueblos, y sus reyes tendrán a causa de ti horror grande, cuando haga resplandecer mi espada delante de sus rostros, y todos se sobresaltarán en sus ánimos a cada momento en el día de tu caída. 11 Porque así dijo el Señor DIOS: La espada del rey de Babilonia vendrá sobre ti.

Además conminaron los padres del Concilio con escomunion á cuantos fuesen en contrario; puesto que los judios ganaban los ánimos en su favor, no solo de los poderosos, sino de algunos obispos i sacerdotes, así por medio de las relaciones de amistad que su industria i comercio les facilitaban, como por sus riquezas: llaves con que en los tiempos mas calamitosos solian cerrar las puertas de sus desdichas.

En esta sustancia se respondió al infante, y el entre tanto con los deudos, y amigos confidentes, dispuso los ánimos á seguir su parecer y consejo.

Por fin, Rosalía confortó su espíritu con un veremos, y el rostro de la Tellería iluminose con un chispazo de alegría. Por aquellos días volvió de Archena D. Manuel Pez, contento de lo bien que le habían sentado las aguas, con buen color, mejor apetito y ánimos para todo.

Hasta entonces los ánimos no se habían ocupado más que de la defensa; mas cuando el fuego cesó, se pudo advertir el gran destrozo del casco, que, dando entrada al agua por sus mil averías, se hundía, amenazando sepultarnos a todos, vivos y muertos, en el fondo del mar.

Felizmente, no creía haber perdido el tiempo. Llevaba siquiera una gran esperanza con que alentar, en parte, los abatidos ánimos de Luz. »Levantarlos por completo, era tan imposible como borrar con un soplo de la memoria de las gentes la mala fama de su madre. No me sorprendió la noticia que me dieron al entrar en mi casa: la estaba temiendo desde que salí de ella.

El médico montaba en Júpiter; sacaba a relucir sus argumentos en forma, su ciencia de seminarista, y, por último, a los desahogos de Sarmiento contestaba con dicterios. El P. Solís, reflexivo y cachazudo, se estaba quedo; oía y callaba, hasta que para calmar los ánimos, terciaba en la disputa.

Vio, además, que tenía los puños de la chambra hechos un trapo, remojados de lágrimas, y la falda sembrada de hilitos de hacer labor. Se recorrió maquinalmente con ambas manos, sacudiendo los cabos de hilo, y estirose algo los puños, mientras llegaba a la puerta. En ésta vaciló aún; pero la media obscuridad que ya reinaba le dio ánimos.

19 Poned, [pues], ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar al SE

¿Sola? la interrogó entonces el confidente, con fogosa vehemencia. Y a esta pregunta no pudo responder Luz de pronto, porque le dejó sin ánimos para ello una sensación que hubiera creído de miedo, a no parecerle tan agradable. Sola..., sola no llegó a decir, bajando los hermosos ojos y con las mejillas muy sonrosadas : con él. Y de aquí no pasó ya la pobre chica.

Palabra del Dia

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