United States or Jordan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todos nuestros amigos estaban allí: los Marqueses de Oreve, Lacante, Kisseler, hasta el doctor Muret, que había hecho hueco entre dos consultas para darme esa prueba de amistad. Antes de hablar los había visto a todos, menos a Elena, y ya la acusaba por su indiferencia cuando la vi detrás de su padre, desde donde me miraba atentamente, creyendo, sin duda, no ser vista.

Es el amigo de Quimper, que tan bueno ha sido conmigo. Y me ofreció su manita demacrada. En este momento entró el doctor Muret y se indignó al encontrarla todavía de pie siendo más de las diez. Hubo que ver a Lacante, confuso como un colegial cogido en falta, dándose prisa para llevarse a Elena, a pesar de su pie gotoso, y volviendo la espalda a la cólera del médico.

Lacante acaba de pasar una crisis que nos ha asustado un poco. Hace dos días recibí un telegrama de Elena advirtiéndome que su padre estaba enfermo y rogándome que llevase un médico. Correr a casa de Muret y llevármelo a la «Villa Sol», fue cuestión de una hora. Cuando llegamos, la crisis había terminado y encontramos a Lacante acostado por orden de su hija y bromeando agradablemente.

El doctor, Carlos Muret, está ya en el secreto, y el desgraciado Lacante se arranca los últimos cabellos.

Tengo cariño y agradecimiento por el doctor Muret, que me cuidó con tanto celo y bondad cuando estuve mala. Mi padre lo estima mucho, y puede una acostumbrarse a su fealdad que es interesante. Sin embargo, su aire de solemne importancia me da siempre gana de reírme en sus barbas, y esta es una mala disposición para casarse.

Cuando Muret se marchó, después de haber ordenado un reposo absoluto y elogiando mucho a Elena por su sangre fría y por la prudencia de sus cuidados, fui a buscarla al jardinito, donde estaba sentada en el sillón habitual de su padre, a la sombra del tilo y en una postura un poco caída. Sus ojos hundidos y su palidez atestiguaban su emoción.

En cuanto me vio echada en el sofá de la sala, su cara se alteró y, en voz conmovida, reprobó a mi padre el haber cedido a mi capricho no llamando a Muret.