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Asustada ésta por la importancia de su presa, confiaba los cautivos á la guarda del duque de Milán... Pero los monarcas se entienden fácilmente para engañar á los gobiernos democráticos, y el soberano milanés daba suelta al rey de Aragón con todo su acompañamiento. Luego, éste bloqueaba á Génova con una enorme flota.

Don Lope, que verse sujetado, apostrofado, desasirse, tirarse a fuera y poner una daga en la mano, todo fué uno, no hubiera escapado de alguna grave herida del furioso golpe de Muley, a no llevar vestido bajo la ropa un fuerte jaco milanés. Reparado así tal golpe, la revuelta comenzó encendidamente, pues los moriscos a una voz decían: Favor a nuestro príncipe Muley, muerte a los castellanos.

Viéndose todos en tales términos, que D. Alvaro había desamparado el fuerte, y con determinación, según se entendía, de no volver más á él, habiendo tanta falta de agua, que de lo demás tenían bastimento para muchos días, sabiendo que fuera, en el caballero de Gonzaga, se hallaba el capitán D. Juan de Castilla con su compañía, que ninguna otra cosa había quedado fuera del castillo, y tenía consigo las compañías del capitán Juan de Funes y del capitán Olivera y Ortiz, el cual había muerto un día antes, las cuales compañías estaban señaladas para la guardia del dicho caballero y batería, que todo estaba abierto y llano, y estas compañías con la mayor parte destos oficiales y todos los soldados se hallaban allí para su defensa, y no llegaban á 80 hombres; demás destos tenían orden de socorrellos cuando fuera menester, el capitán siciliano Jorge Siciliano y otro capitán milanés que se llamaba Juan Paulo, y era izquierdo; todos eran buenos capitanes y valientes, y se hallaron con el dicho capitán D. Juan de Castilla, entrambos con hasta 30 soldados de los suyos y un lugarteniente de alemanes de la guardia de D. Alvaro de Sande, con otros 30 soldados tudescos.

Cautivaron a don Pedro Puertocarrero, general de la Goleta, el cual hizo cuanto fue posible por defender su fuerza; y sintió tanto el haberla perdido que de pesar murió en el camino de Constantinopla, donde le llevaban cautivo. Cautivaron ansimesmo al general del fuerte, que se llamaba Gabrio Cervellón, caballero milanés, grande ingeniero y valentísimo soldado.