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Esta no es comenzada sino porque es precedida; la anterioridad de la existencia que precede es una anterioridad de naturaleza; una anterioridad objetiva, una anterioridad que hace el comienzo de la existencia precedida; ella es pues la causa eficiente de esta existencia. Así el gran principio de la causalidad resulta invenciblemente demostrado: es una proposicion idéntica

Suponiendo que el cuerpo sustentado por la coluna estuviese afianzado de tal modo que no hubiese podido caer sin removerse la coluna, se podria formar la proposicion condicional: si el cuerpo ha caido, la coluna ha sido removida; la proposicion seria verdadera sin que la remocion de la coluna fuese causa eficiente de la caida del cuerpo.

Y no hay nada más hermoso, nada más eficaz, nada más eficiente, que ver esa gran máquina humana movida por una sola voluntad que hace el sacrificio de su raciocinio en nombre de sus grandes ideas políticas.

El movimiento de la pluma de mi escribiente depende de mi voluntad, pero como de una verdadera causa eficiente, sino como de una ocasion; porque en el escribiente se halla la misma serie que en el ejemplo anterior, y en esta serie se encuentra el primer término que es su voluntad, la cual yo no puedo determinar absolutamente, pues que por ser libre se determina á propia.

Si se quita una coluna en que se apoya un cuerpo, el cuerpo caerá; el enlace de la condicion con lo condicional, ó de quitar la coluna con la caida del cuerpo, es necesario; la proposicion en que se expresa, es verdadera y necesaria en el órden natural; y sin embargo no se puede decir que la remocion de la coluna sea la causa eficiente de la caida del cuerpo.

Aquí encuentro una serie de causas segundas, á las que atribuyo el verdadero carácter de causalidad, en cuanto se puede hallar en un órden secundario; y la causa eficiente, principal entre las secundarias, será mi voluntad, porque en el órden secundario ella es el primer término de la serie.

La democracia y la ciencia son, en efecto, los dos insustituíbles soportes sobre los que nuestra civilización descansa, o, expresándolo con una frase de Bourget, las dos «obreras» de nuestros destinos futuros. «En ellas somos, vivimos, nos movemos». Siendo, pues, insensato pensar, como Renán, en obtener una consagración más positiva de todas las superioridades morales, la realidad de una razonada jerarquía, el dominio eficiente de las altas dotes de la inteligencia y de la voluntad, por la destrucción de la igualdad democrática, sólo cabe pensar en la educación de la democracia y su reforma.

Este estado me tiene tan aburrido y tan descontento, que no puedo aguantar la vida: he nacido, vivo en el tiempo, y no qué cosa es el tiempo; me hallo en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo idea de la eternidad; consto de materia, pienso, y nunca he podido averiguar la causa eficiente del pensamiento; ignoro si es mi entendimiento una mera facultad, como la de andar y digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo que palpo con mis manos.

Había otros dotados de más tenaz empeño, de mayor peso y gravedad, cualidades que, unidas á cierta dosis de conocimientos teológicos, constituye una variedad eficiente y altamente digna de respeto, aunque poco amable, de la especie clerical.

Esto da orígen á la causalidad final, esencialmente distinta de la eficiente, y que solo tiene lugar en los seres dotados de inteligencia. En la pintura de un cuadro, la serie de la causalidad eficiente, es esta: el pincel, la mano, los músculos, los espíritus animales, el imperio de la voluntad.