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No se limita a esto, con todo, la novela de Tofail. Esto es lo menos importante de la novela, aunque sobre ello lo más importante está fundado. Hay Benyocdan es todavía más excepcional y egregia criatura por el alma que por el cuerpo. Nada ve, nada hace, nada observa en ni fuera de , sobre lo cual no piense y cavile.

Abentofail hubo de ser, sin duda, un escritor muy fecundo: lo que llamamos ahora un polígrafo. Escribió de astronomía, de medicina y de varios otros asuntos; pero todo o casi todo se perdió, y sólo poseemos las aventuras de Hay Benyocdan o sea El filósofo autodidacto, aceptando el título que se ha dado a la novela al traducirla en latín de la lengua arábiga.

De esta suerte, Hay Benyocdan llevado por mansos vientos, arribó a punto donde, al retirarse la marea, le dejó en seco, en fértil y apacible floresta, en hermosísima isla situada en la línea equinoccial, y en la que no hay hombres ni fieras, sino verdura, flores y frutos y animales tímidos y benignos. Una gacela le cría, como crió a Rómulo una loba, una cabra a Dafnis, y una oveja a Cloe.

Contiene, además de la novela, una advertencia preliminar del arcediano D. José María Navarro, maestro y amigo que fue del malogrado traductor, un breve discurso de D. Marcelino Menéndez y Pelayo y como apéndice la alegoría mística Hay Benyocdan de Avicena, porque según dicen los arabistas, el nombre de Hay Benyocdan equivale al Viviente hijo del Vigilante, y viene a significar al hombre que piensa en las cosas divinas.

Hay Benyocdan, lo mismo que Robinsón, se encuentra en una isla desierta, y por la virtud de su ingenio, por la energía de su espíritu y por la robustez y brío de su cuerpo, lucha con la naturaleza y la doma: cubre su desnudez con productos vegetales y con pieles; remedia su debilidad inventando armas; somete a varios animales y los sujeta a su mandado; se abriga de la intemperie construyéndose una vivienda, y se proporciona fuego, y guisa los alimentos para no comerlos crudos, y crea para su uso y comodidad otras artes y otros oficios.

En la historia de Foe, el héroe es harto menos prodigioso. Es por consiguiente más verosímil lo que ocurre. Robinsón había vivido en medio de una sociedad civilizada, y evocando el recuerdo de lo que había visto, se limitaba a reproducirlo más o menos groseramente. Hay Benyocdan es personaje mucho más fantástico. El mismo novelista ignora cómo su héroe ha venido al mundo.

En Inglaterra hubo de tener muy buen éxito nuestra novela, ya que de ella se hicieron en poco tiempo tres traducciones y ediciones diferentes en lengua vulgar. Vivía entonces el famoso Daniel de Foe, y es probable o casi seguro que leyó la historia de Hay Benyocdan, gustó de ella y se propuso imitarla.