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El complemento de la nueva vida era para él cultivar una pequeña huerta, dándose la satisfacción de comer legumbres y oler flores que fuesen producto de su trabajo. Este hombre que había tenido un batallón de servidores en torno de él para las necesidades de su existencia, deseaba ahora bastarse á mismo, conocer la seguridad orgullosa del que sólo confía en sus brazos.

Mientras no hizo más que derrochar su capital, le juzgué imprudente, sabiendo que era incapaz de bastarse á mismo, pero no le vituperé. Cada cual tiene derecho de hacer lo que quiere de su dinero. Uno atesora y otro malgasta; cuestión de gusto.

Si hay todavía jóvenes del tipo «flácidolas hay que han aprendido a bastarse a mismas y, por consecuencia, a pasarse sin el apoyo de un marido. Esas jóvenes, lejos de ser figurantes, según la graciosa expresión del padre Tomás, se sienten capaces de ocupar en su hogar una categoría equivalente a la de su futuro marido.

Antes, el barco de vela era una creación divina, como una religión o como un poema; hoy, el barco de vapor es algo continuamente cambiante como la ciencia ... una maquinaria en eterna transformación. Antes, el capitán era un personaje sabio, un tirano de un poder inaudito, un hombre que tenía que bastarse a si mismo; hoy es un especialista injerto en un burócrata.

El de Werther es la expresión de los trastornos de un alma que no puede bastarse a misma; el de René es la expresión de las angustias de un alma que lo ha abarcado todo y que siente que todo se de escapa porque todo acaba.

Es verdaderamente buena, añadió con la satisfacción del que se complace en su obra moral, mientras sus buenos ojos se fijaban en con una indulgencia enteramente paternal. , lo concedo, no es mala dijo la abuela halagada en su amor maternal. Pero esa personalidad... ese modo de bastarse a misma... Ya , ya replicó el cura confuso. Verdaderamente, no había previsto ese peligro.

Quien se ha visto siempre rodeado de amor y nunca ha conocido otra cosa que el amor, aprende a menudo más fácilmente que nadie, a bastarse a mismo; y, sin embargo, yo llevaba en el corazón una inagotable reserva de amor. Lo prodigaba a los animales, acariciando a los perros, besando a los gatos y ahogando a los gansos por cariño. Una de mis pasiones era jugar en la caballeriza.