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Contra la soñada impasibilidad de Goethe protestan otros amores, y singularmente los que le inspiró Carlota Buff. No se mató por ella; pero Werther fue el precio de su rescate y de su vida. La poesía le libró.

Goethe, que en un principio había sido romántico, como el romanticismo se entendía entonces en su nación, y como lo muestran sus dos obras capitales escritas antes de ir a Italia, el Werther y el Goetz de Berlichingen, volvió de allí completamente clásico, aunque clásico a su manera, y no con el clasicismo sensualista de los franceses.

El poeta, por ejemplo, siente ganas de suicidarse, y en vez de hacerlo y a fin de desechar tan perniciosas ganas escribe el Werther. De esta manera, no sólo consigue sanar de la manía del suicidio, sino también que le aplaudan y se admiren de su talento.

Así se ha querido ver en René una imitación de Werther, y es muy posible que no se vea esto más que cuando se es corto de vista. En general, mi opinión es que no deben ser comparadas las obras maestras. Las producciones del espíritu tienen su individualidad como los hombres, y las que carecen de esta individualidad no vale la pena de ocuparse en ellas.

Es que no sólo Obdulia es la que tolera... lo que yo no quiero tolerar. Las mismas Emma, Pilar y Lola consienten confianzas.... ¡No me toques a las hijas del marqués! gritó la tía, poniéndose en pie y dejando caer el Werther sobre la raída alfombra.

Entonces entran en los dominios de la mediocridad, donde la comparación es fácil porque ya no se encuentran tipos; pero, Werther y René, que son tipos arcanos, son, no obstante, tipos distintos.

Es la ansiedad mortal, la duda inexorable, es la inconsolable desesperación de una agonía sin porvenir, es el grito espantoso de la creación social en el momento de disolverse. En Werther hay la emoción profunda de algunas generaciones dolientes; en René la última convulsión de un mundo que muere.

Eso de la gana te lo guardas para ti exclamó doña Anuncia, puesta en pie otra vez, y dejando caer el Werther al suelo. Eres muy orgullosa añadió. Déjala; el que no se consuela.... Tienes razón; están verdes. Pero lo que importa es que no olvides lo que te digo. Es necesario que dejes antes de entrar en casa de la marquesa ese aire displicente y ese tonillo seco, porque es una impertinencia.

Cordelia es el primer amor de este adolescente que delira. El episodio recuerda, hasta en el tono, un relato de Heine: aquella estatua feminizada por el musgo que el futuro poeta de los lieder iba a besar, con una oscura congoja de Werther bisoño, en un rincón del parque familiar.

El de Werther es la expresión de los trastornos de un alma que no puede bastarse a misma; el de René es la expresión de las angustias de un alma que lo ha abarcado todo y que siente que todo se de escapa porque todo acaba.