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Pero no soltaré la cansada pluma sin recordar unos versos que el insigne poeta, mi amigo D. Adelardo López de Ayala, pone en boca de D. Rodrigo Calderón, y que repetí muchas veces al alejarme de Yuste: «¡Nunca el dueño del mundo Carlos quinto Hubiera reducido su persona De una celda al humilde apartamiento, Si no hubiera tenido una corona Que arrojar á las puertas del convento

La acción en Madrid, rigurosamente contemporánea. Sala lujosa en el palacio de los señores de García Yuste. A la derecha, paso al jardín. Al fondo, comunicación con otras salas del edificio. A la derecha primer término, puerta de la habitación de Electra. EL MARQU

Cuatro años más tarde, terminado ya el Panteón de El Escorial, fué trasladado á su gran cripta el cadáver de Carlos V, con harto sentimiento de los PP. Jerónimos de Yuste.

Estoy abrasado. DON URBANO. Al momento. A los de Yuste corresponden... un millón seiscientas mil pesetas. Al Marqués de Ronda, doscientas veintidós mil. Hay que descontar las doce mil y pico, equivalentes a los nueve mil francos... PATROS. ¿Lo dejo aquí, Don Leonardo? CUESTA. Déjalo y aguarda un instante... Un millón ochocientos... con los seiscientos diez... hacen... Ya está claro.

En la Crónica manuscrita del convento menciona también el P. Luis de Santa María la estancia de D. Juan de Austria en Yuste, y, además, la tradición cuenta algunas de sus travesuras de adolescente, como las que referimos al hablar de Quacos..... Por aquí íbamos en nuestra visita á Yuste, cuando principió á encapotarse el cielo.

Cuando Carlos V concibió la primera idea de retirarse del mundo, fijó desde luego su atención, como en lugar muy á propósito para acabar tranquilamente su vida, en el Monasterio de Yuste, cuya fama llenaba ya el orbe cristiano, no sólo por la grandiosidad de su fábrica y por la riqueza de la Comunidad, sino también por lo ameno, sosegado y saludable de aquel solitario sitio.

Reprodujeron los Jerónimos las razones de su anterior negativa, y oídas por el señor de Oropesa, exclamó sin vacilar: «Pues bien: hoy por , mañana por mis descendientes, me obligo á cubrir todas las necesidades del Monasterio de Yuste

Pasada la Garganta de Pelochate, podíamos escoger dos senderos para llegar á Yuste: el uno va por Quacos, lugarcillo de 300 vecinos, que, como hemos apuntado, dista un cuarto de legua del Monasterio; el otro..... no existe verdaderamente, sino que lo abre cada viajero por donde mejor se le antoja, caminando á campo travieso..... Nosotros escogimos este último, á pesar de todos sus inconvenientes.

De la vida que el César hizo en Yuste, algo nos dirá, aunque tan ruinoso, el propio Monasterio, cuando penetremos en él.....; y para que esto no se retarde ya mucho, terminaremos rápidamente el extracto que vamos haciendo de los anales del edificio.

Con esto todos estaban disgustados y todos aconsejaban al Emperador, inclusa su hermana la Reina de Hungría, que desistiera de su empeño de ir á Yuste y buscase otro lugar más favorable para su salud. Con esto apresuró ya los preparativos para su entrada en Yuste, cosa que apetecían vivamente los monjes, tanto como la repugnaban y sentían cada vez más cuantos componían su casa y servicio.