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Actualizado: 14 de julio de 2025
Veía llegar los coches llenos de gente: las carretas ocupadas por familias mientras el aldeano marchaba a la cabeza de la yunta, guiándola con su larga vara; grupos de caseros en mangas de camisa, con la chaqueta y la boina al extremo del garrote que llevaban al hombre como un fusil.
Cuando salimos para la feria, díjonos que tenía determinado acudir. ¡Por allá la verían! Nos hubiéramos cumplido como ella, de no hallarnos con un buey escordado, sin yunta para labrar la tierra.... Si Dios nos mantiene con vida y salud, el domingo bajaremos a la villa para oír una misa y saludar al Señor Don Juan Manuel.
Los dos se comprendían y compenetraban; eran la yunta viciosa, ligada por el yugo de la comunidad de gustos y la mutua posesión de secretos poco limpios. Este golpe acabó de anonadar a Juanito. También su hermano desertaba. Nadie; ya no quedaba en su casa un corazón que pudiera colocarse al nivel del suyo. ¡Cómo sentía ahora su rompimiento con el tío don Juan!
No se mide la dicha por la yunta como la tierra; se mide sí, con la resignación que Dios ha dado al pobre como al rico.» Otra vez encuentro el retrato de mi madre a los treinta y ocho años; helo aquí: Es de noche; las puertas de la casita de campo están cerradas. Un perro ladra de cuando en cuando.
Y el fervoroso cristiano que volvía del templo, lleno su corazón de místicos regocijos; y el célibe egoísta que, empuñando el roten, se desperezaba á la puerta de su casa, dispuesto á emprender el higiénico paseo extramuros; y el labrador afanoso que arreaba la yunta y dirigía el arado para abrir el primer surco en su heredad; y el bracero menesteroso ... cada cual, á su manera, saludaba con himnos del corazón aquel inolvidable Sábado de Gloria de 1878.
Sus narices de ventanas dilatadas no le servían para olfatear el jabalí ó el oso que cruzaban por el bosque, sino las pesetas que podía devengar el proceso que tenía entre las manos. Y vengan providencias, y notificaciones y resmas de papel sellado cuando los procesados eran personas solventes ó poseían al menos un pañuelo de tierra ó una yunta de vacas.
Eran dos buenos parroquianos, con la gorrilla caída sobre la frente, los ojos vidriosos y lagrimeantes, y la nariz violácea y húmeda; una yunta alegre, unida por el yugo fraternal del alcohol, que, mientras hubiese cafetines abiertos, declaraban, como el doctor Pangloss, que este mundo es el mejor de los mundos posibles.
377 Si hemos de salvar o no, de esto naides nos responde; derecho ande el sol se esconde tierra adentro hay que tirar; algún día hemos de llegar- después sabremos a dónde. 378 No hemos de perder el rumbo: los dos somos güena yunta. El que es gaucho ve ande apunta aunque inora ande se encuentra; pa el lao en que el sol se dentra dueblan los pastos la punta.
Palabra del Dia
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