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Actualizado: 21 de junio de 2025
La cicuta en estas afecciones es inferior á belladona, pulsatila, azufre, mercurio y yodo, y no es realmente médico quien no haya observado su ineficacia, aun en las inflamaciones de las glándulas mamarias á consecuencia de una contusion, que son los casos en que los alemanes la dan como específica.
Se ha observado que por la influencia del bromuro de potasio, se desarrollan dolores sordos, presivos, con vértigos; esta cefalalgia difiere de la del yodo, en que se fija en los senos frontales y consiste en punzadas.
PARA LOS DIENTES. Para consolidar los dientes es muy conveniente limpiarse y jabonarse con agua bicarbonatada después de cada comida; y por la noche, antes de acostarse, pasar con un pincelito, sólo por las encías, la siguiente mezcla: tintura de yodo, tintura de mirra y tanino en alcohol por partes iguales. Segunda fórmula. Crema de tártaro 65 gramos.
Estos cigarrillos, compuestos de hierbas aromáticas y de plantas calmantes en infusión con una disolución de yodo, haciendo llegar el medicamento hasta los pulmones, acostumbraban a los órganos más delicados a la presencia de un cuerpo extraño y preparaban al enfermo para aspirar el yodo puro a través de los tubos del aparato.
Mientras duró el temor de la gravedad, el amante esposo no pensó más que en la enferma y cumplió como bueno; si era a veces importuno, descuidado, o poco hábil, era sin conciencia. Después empezó a aburrirse, a echar de menos la vida ordinaria, y exageraba al decir las horas que pasaba en vela. Para resistir mejor su cruz, decidió tomarle afición al oficio de enfermero y lo consiguió: llegó a ser para él tan divertido como hacer pórticos ojivales de marquetería, el preparar menjurjes y pintarle el cuerpo a su mujer con yodo; soplar y limpiar caldos y consultar el reloj para contar los minutos y hasta los segundos; operación en que llegó a poner una exactitud que impacientaba a Petra y a Servanda. Esperaba con afán la visita del médico, primero para hacerse decir veinte veces que Ana iba mejor, mucho mejor, y además, para gozar con la conversación alegre, ajena a todas las enfermedades del mundo, que seguía a la parte facultativa de la visita. El sustituto de Somoza no era hablador, pero se divertía oyendo a Quintanar, y este llegó a profesar gran cariño a Benítez, que así se llamaba. El contraste de los cuidados vulgares, insignificantes; de la alcoba estrecha y llena de una atmósfera pesada; de la vida monótona de casa, con los grandes intereses de la Europa, la guerra de Rusia, el aire libre, la última zarzuela, encantaba a don Víctor, que llevaba la conversación a cosas frescas, grandes y de muchos accidentes. También le gustaba discutir con Benítez y sondearle, como él decía. Uno de los problemas que más preocupaban al amo de la casa, era el de la pluralidad de los mundos habitados.
Emma, que había estado en peligro de muerte meses antes, poco a poco se reponía, y la nueva energía que iba adquiriendo empleábala en inventar más exigencias, más achaques y en procurarse unturas que no la comprometían a estar enferma de verdad, y en cambio habían llegado a ser para ella una segunda naturaleza; no se sentía bien sin grasa alrededor del cuerpo, sin algodón en rama aplicado a cualquier miembro; y en cuanto al resquemillo del yodo y a las cosquillas del pincel, habían llegado a ser uno de sus mejores entretenimientos.
La influencia del oro queda ya demarcada en su simplicidad electiva, y representa una multitud de estados morbosos que reconocen por causa todo lo que tiende á desarrollar directamente una astenia general, como son: el pesar y odio prolongados, una alimentacion insuficiente, la escrófula con su exuberancia de jugos blancos insuficientes á la escitacion de los órganos, la infeccion sifilítica constitucional ó hereditaria, el abuso del yodo, del mercurio y de las sustancias minerales en general, aun en los casos en que estas causas no hayan todavía producido efectos sensibles sobre el conjunto de la economía.
No siempre es posible distinguir con exactitud los casos en que deba ser preferible á la barita, al yodo, al mercurio, al oro, al carbon animal, escepto en las circunstancias y personas de que hemos hablado y cuyo estado ofrece analogía con sus propios síntomas.
La señora de Villanera no la abandona ni un instante; don Diego se porta admirablemente; en cuanto a mí, hago todo lo posible, es decir, muy poco. Es inútil ensayar un tratamiento que añadiría sufrimientos sin aumentar las probabilidades de curación. ¡Es usted muy dichosa, señora, de tener tanta belleza como salud! »Si esta crisis no es la última, intentaré el amoníaco o el yodo.
Si los médicos, pues, le hacen el boicot a los desafíos, si cuando un caballero le haya producido a otro con un sable o con una espada un rasguño en la muñeca, no hay un médico que describa este rasguño como una herida inciso-trinchante de tantos centímetros de extensión, en la región tal, interesando la dermis y la epidermis y la paquidermis; si además el médico no echa en este rasguño tintura de yodo y yodoformo y alguna otra porquería, y no arma allí una cantera y no cubre luego el brazo de gasas malolientes, ¿qué va a ser de los desafíos?
Palabra del Dia
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