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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Y la iglesia de Cárlos VIII, sucedió á una granja y capilla que en el siglo XII construyó un obispo de Paris, en donde los cristianos de aquel tiempo orarian indudablemente con más fervor, que los cristianos del siglo XIX oran en ese régio alcázar.
Esto da origen a muchas y extrañas relaciones de los socios entre sí y de los socios con el mundo exterior, que constituyen una complicada y hermosa variedad que no se hallará en ningún otro pueblo de la tierra. Da lugar, sobre todo, a un desarrollo inmenso, inconcebible, de esa palanca poderosa con que el siglo XIX ha llevado a término las más grandiosas y estupendas de sus empresas, el Crédito.
Y hoy mismo, para nosotros, viajeros del siglo XIX, todavía le conserva á pesar de las plagas que le han caido encima, á pesar de las innumerables manos de cal y ocre que le han envuelto por defuera, y de los cuajarones churriguerescos que le han brotado por dentro.
Cuentan que se encontraron casas donde habia hasta cuatro mil arrobas de harina corrompida: ¿con qué razon se hubiera podido castigar á un pueblo hambriento que á la vista de tan lamentable espectáculo hubiese desplegado todo el furor de su venganza? Desangróla en el siglo XVIII la guerra de sucesion: en el XIX, la guerra con la Francia.
Bajo el pavimento mismo hay subterráneos profundos que guardan los restos de muchos israelitas. ¡Cuánto no me hacia meditar sobre las peripecías de la humanidad el abandono de aquel antiguo santuario de una raza que, perseguida durante diez y ocho siglos por todos los pueblos en inmensa y atroz gavilla, ha regenerado al mundo en el siglo XIX, con el poder de sus enormes capitales y su actividad industrial y comercial, poblando á la Europa de Bancos, ferrocarriles, almacenes y fábricas!
Afortunadamente, le ha salido bien la treta; porque no necesito decirle que no tiene usted ningún pulmón lesionado: sólo hay un leve desorden en las funciones. Lo que usted tiene, salta a la vista de cualquiera, porque lo lleva escrito en el rostro: es la enfermedad del siglo XIX, y en particular de las grandes poblaciones. Está usted anémico.
En este sentido, la literatura del siglo XVIII, con relación a la del siglo XVII; fue literatura del porvenir, y la del siglo XIX lo fue con relación a la del siglo XVIII, y la del siglo XX lo será con relación a la de nuestro siglo; pero no es esta perogrullada lo que quiere expresarse cuando se habla hoy de literatura del porvenir.
Pero en la culta Europa, en el siglo XIX, sabiendo ya cuanto los profetas de Israel han revelado, cuanto han especulado racionalmente los filósofos de Grecia sobre Dios personal, y cuanto nos han enseñado el Evangelio y la ciencia moderna, que de él dimana, es una mala vergüenza hacerse ateos, caer en la desesperación y retroceder al budismo.
Los más de los escritores del siglo XIX han desaparecido ya, los que aun viven son escritores retardados en contradicción con el espíritu del tiempo, y la nueva generación de escritores que surgió a la vida literaria en los últimos diez años del siglo XIX se encuentra ahora, después de veinte o treinta años de labor, en la cumbra de su vida y con una gloriosa obra detrás.
XIX, confirmación que, escrita con la sencillez primitiva no exenta de la tosquedad y rudeza propias de la edad media, dice así: «Según cuentan los viejos, en el tiempo pasado de Teruel ayusso toda la tierra hera de moros.
Palabra del Dia
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