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Actualizado: 21 de junio de 2025
En lo tocante a tunantería, se sabe cuanto hay que saber, y se hace cuanto hay que hacer desde los tiempos primitivos. No es en Gandulia ni a fines del siglo XIX donde solamente los concejales se despachan a su gusto. Bien podemos decir: todo el mundo es Popayán, y cuándo no es Pascua. Al leer lo que el Sr.
Su grande antigüedad, su importancia histórica, política y comercial, y el genio liberal y progresista de sus habitantes, la han dotado do condiciones que la hacen una ciudad monumental en todos sentidos. Allí se encuentran reunidos á los vestigios de obras romanas los monumentos góticos, los del Renacimiento y la época posterior, y los que caracterizan las tendencias del Siglo XIX.
Al terminar el siglo XIX, cuando nadie cree ya en nada, no puede menos de hacer brillante efecto un justiciero, un enderezador de entuertos. Marenval escuchó el relato de Tragomer con una atención apasionada, palpitando por sus episodios y estremeciéndose por sus peripecias.
P. La moneda que se acuña, ¿es de buena ley? R. La provincial es adulterada. Aquí los hechos hablan con toda su horrible y espantosa severidad. Sólo la historia de la conquista de los mahometanos sobre la Grecia presenta ejemplos de una barbarización, de una destrucción tan rápida. ¡Y esto sucede en América en el siglo XIX! ¡Es la obra sólo de veinte años, sin embargo!
Con esta mujer empieza la historia del Teatro francés en el siglo XIX... Es Octavio Mirbeau, antes que nada, un gran descontento, un atrevido removedor de ideas, un «profesor de energías», que diría Barrés, y también un filántropo.
Esta noble y simpática figura era digna de inspirar á la musa popular del gran cancionero del siglo XIX, amigo y admirador de Lamennais, y que como él profesaba la religion de la libertad del pueblo y tributaba culto á la verdad.
El siglo XIX, que en apariencia es el de la industria ó la especulacion, me parece en realidad el mas poético, por sus creaciones fantásticas y fecundas al mismo tiempo, como el ferrocarril, el telégrafo y tantas otras maravillas.
Una imprudencia, por pequeña que fuese, y estaba perdida; el menor descuido, y en vez de ingeniosa enamorada, semejaría codiciosa enredadora. ¡Triste condición de toda mujer amante y burlada, que al reconquistar el bien perdido, parece trapisondista despreciable! Capítulo XIX De cómo Cristeta representó en un palco mejor que cuando lo hacía en el escenario
Mi imaginacion absorta, como la del autor de las Noches sobre el sepulcro de los Escipiones, veia mezclado el siglo XIX con los diez que le precedieron, y estas visiones podrian darme lugar á largas é interesantes reflexiones que considero intempestivas en esta historia.
De cuando en cuando un clamor prolongado y vivo le arrancaba a su suave éxtasis y afectaba dolorosamente su corazón. Era la gritería de la plaza de toros. «¡Dios mío!, ¡es posible! se decía aludiendo a la guerra , que a aquello lo llamen gloria y a esto aludiendo a los toros lo llamen placer!» Capítulo XIX
Palabra del Dia
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