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Actualizado: 3 de junio de 2025
Doña Rebeca hízose toda un puro caramelo, y Narcisa, que tardó en presentarse un buen rato, llegó emperejilada y grave. Era delgadísima y componía mañosamente el desgarbo de sus formas mediante postizos fementidos. Vestía con lujo, y llevaba en la cara vulgar una expresión dura, y muchos polvos de color de rosa.
Ella, cuya aurora se había levantado bajo el radiante sol de África, al toque de las cornetas y entre el brillo de los uniformes; que había crecido en una atmósfera de gloria y heroísmo, oyendo el relato de luchas caballerescas y de combates fabulosos, como Sidi-Brahim y Mazagran, ¡qué obscuro, mezquino y vulgar le parecía el presente!
En el centro, la torre señorial, que se veía desde Jerez, dominando las colinas cubiertas de viñas que hacían de los Dupont los primeros propietarios de la comarca: una construcción pretenciosa de ladrillo rojo, con la base y los ángulos de piedra blanca; unidas las agudas almenas de su remate por una barandilla de hierro que convertía en terraza vulgar el coronamiento de una obra semifeudal.
No mucho cuando ahora, a pesar de los esfuerzos que hacía por volver a sentir una reacción de religiosidad.... ¿Si en el fondo no sería ella más que una literata vergonzante, a pesar de no escribir ya versos ni prosa? ¡Sí, sí, le había quedado el espíritu falso, torcido de la poetisa, que por algo el buen sentido vulgar desprecia!».
Sabía mejor que nadie, que hay en la vida de las mujeres esas horas de enervación y de presión moral, horas, por decirlo así, sin defensa, de las que un hombre de penetración y atrevido sabe sacar terribles ventajas. Es así como se explica que mujeres distinguidas lleguen a ser algunas veces presa de la más vulgar de las galanterías.
Hasta, alguna vez, se había sorprendido pensando: «Yo soy un cualquiera; no soy un hombre de genio; seré como mi padre: un bendito, un ser vulgar». Y ahora le gritaba el alma: «¡Un ser vulgar!». ¿Por qué no? ¡Imbécil, imita la vulgaridad de tu padre! Acuérdate, acuérdate: ¿qué anhelaba aquel hombre?
Capítulo IX Beethoven El palacio de Aransis, situado en la zona de la parroquia de San Pedro, es un edificio de apariencia vulgar, como todas las moradas señoriales construidas en el siglo XVII, las cuales parecen responder a la idea de que Madrid fuese una corte provisional.
¡Oh celebro vulgar! exclamó Belarmino, resignado y abatido . Tendré que explicarme con palabras vulgares, para que te penetres. Maremágnum, ello mismo lo dice, es el non plus ultra, lo mejor de lo mejor. Ecuménico es lo mismo que reunión de conformidad. Los beligerantes, los que están en contra. Leal, monta tanto como fiel. La romana es para pesar.
Tienen con todo una muy importante significación, que no mengua sino crece, aunque se suponga trivial y vulgarísimo cuanto se dice en ellas. Yo soy, sin duda, quien lo dice; pero, por lo mismo que lo dicho es vulgar, quien lo piensa y lo siente es una no pequeña parte del público, de la cual vengo así á convertirme en órgano, representante y heraldo.
»Tan cierto es que un simple gesto, o una pose revelan muchas veces todo un mundo interno oculto al ojo vulgar que sólo ve la superficie.
Palabra del Dia
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