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Actualizado: 6 de mayo de 2025
14 Os acercaréis, pues, mañana por vuestras tribus; y la tribu que el SE
14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente?
¿Y no habéis podido averiguar quién era ese hombre? No. Sin duda se referían á vuestras inteligencias con el duque de Lerma dijo doña Clara. ¿Creéis vos que fuese eso? ¿Y cómo podría ser otra cosa? dijo don Juan . Mi padre ha guardado un profundo secreto: solamente yo he sabido por esta carta... Y dió á la duquesa la carta del duque de Osuna que había encontrado en el cofre.
-Sola una de vuestras hermosas manos -dijo Maritornes-, por poder deshogar con ella el gran deseo que a este agujero la ha traído, tan a peligro de su honor que si su señor padre la hubiera sentido, la menor tajada della fuera la oreja.
Madres de familia, las que creéis que el cielo está arriba, no llevéis jamás a vuestras hijas a la cazuela. Rogad a Dios que las lleve Satanás al infierno antes; en el infierno estará más protegido su pudor, que en aquella galera donde vuela el chisme, enreda la intriga, muerde la calumnia y se ensaña la envidia.
Pensabamos salir al foso ciertos Antes de alli morir que de escaparnos, Pues fuera quedar vivos aunque muertos, Si muriendo pudieramos vengarnos; Mas pues nuestros disignios descubiertos Han sido, y es locura aventurarnos, Amados hijos y mugeres nuestras, Nuestras vidas serán de hoy mas las vuestras.
Otra vez aparece Moisés en la cima de la montaña, con las tablas de la ley en una mano, y en la otra una serpiente de bronce en un báculo, diciendo: Albricias, que conmovido Dios de las lástimas vuestras .... Porque se vea Ser sus piedades más que Las ingratitudes vuestras.
Jesucristo manda en su ley que no se cause daño á ninguno, sea amigo ó enemigo, sino que se perdone de corazón á cualquiera que nos ofendiere. Es verdad que eran vuestros enemigos y que habían maltratado vuestras haciendas, pero de un leve daño, no habíais de haber tomado satisfacción con tantas crueldades.
Después, separándolos dulcemente de sí, les dijo: Necesito justificarme ante vosotros. ¡Madre y señora! exclamó don Juan. ¡Justificaros vos! ¿y de qué? dijo doña Clara. Vos, don Juan, sois noble y á más de noble, hombre de honor; no desmentís la ilustre sangre que por vuestro padre y por mí corre en vuestras venas. Estoy segura, no tengo duda de ello, que os pesa de ser mi hijo.
Con una señal llamó al joven y cogiéndole del brazo le dijo con tono indiferente. Acabo de hacer llevar á vuestras habitaciones los últimos regalos recibidos por Herminia, porque ahora no debo guardar nada suyo.... Excepto ella misma, interrumpió galantemente Mauricio. ¡Oh! Pertenece á usted por completo, replicó la señorita Guichard observando al joven. Nos la repartiremos, respondió éste.
Palabra del Dia
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