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Actualizado: 8 de octubre de 2025


En cuanto á los grandiosos salones españoles, el visitante como yo, que no conoce el arte, sino que apénas siente en el corazon y en el instinto de lo bello y lo grande los rudimentos de un arte íntimo y natural, no sabe qué admirar mas entre tantas obras maestras.

¡Oh, Ra-Ra! dijo con voz tenue . ¡Cómo deseaba verte! Adivinando los propósitos de su visitante, lo puso sobre la palma de su mano derecha, elevándole después hasta su rostro. Ra-Ra se tendió sobre esta meseta de carne y hueso, y apoyando su cara en ambas manos, habló al Gentleman-Montaña: Popito le avisó á usted hace días que algunos de estos hombres que le rodean proyectan asesinarlo.

La pirámide ó el cuerpo que cubre el centro tiene una estupenda elevacion, y el visitante sube á la cima por escaleras de caracol que hacen pensar en los Titanes escalando el cielo, ó por medio de una maquinaria ingeniosa que levanta suavemente docenas de curiosos, produciendo la misma sensacion de uno de esos sueños de encantamientos en que algun poder misterioso nos lleva á las regiones aéreas.

A veces un cazador ó un bandolero penetraba en la caverna y turbaba el descanso del poderoso anciano. Este levantaba lentamente la cabeza, hacía una pregunta al tembloroso visitante y después volvía á su interrumpida meditación, diciendo al suspirar: «¿Todavía no?» ¿Qué esperaba para morir en paz?

El interior de San Pablo sorprende mas que el exterior. Es allí donde puede apreciarse mejor la grandiosidad de la cúpula, las enormes proporciones y el estilo austero del edificio. Afuera anuncia algo del paganismo y del Partenon griego; pero al entrar, el visitante ve muy bien que ese es un templo de protestantes, libre de las serviles é impías señales de la supersticion y la idolatría.

Al cabo de un momento el visitante vió á través de los vidrios un viejo que se dirigía á abrir la puerta. El criado, agradablemente sorprendido, quitó á Marenval el gabán y le dijo con tierna familiaridad: , Señor, las señoras están en casa y se van á alegrar mucho de ver al señor, después de tanto tiempo...

La viuda quedó como aplastada bajo el peso de tales pensamientos, hasta que el repiqueteo de la campanilla le dió la orden de bajar. Al pie de la escalera, vió que el visitante subía a un coche.

Había de conocerse hasta en los menores detalles, que la visitada era una moza de cáscara amarga, con recomendables pretensiones de decencia, y la visitante una señora, y no una señora cualquiera, sino la señora de Jáuregui, el hombre más honrado y de más sanas costumbres que había existido en todo tiempo en Madrid o por lo menos en Puerta Cerrada.

¡Linda! repitió el otro. ¡Cuánto ruido! , mucho ruido asintió míster Hall, que hallaba no desprovistas de profundidad las observaciones de su visitante. Candiyú admiraba los nuevos discos: ¿Te costó mucho a usted, patrón? Costó... qué? Ese hablero... los mozos que cantan. La mirada turbia, inexpresiva e insistente de míster Hall, se aclaró. El contador comercial surgía.

¡Bah! tengo buenos ojos, y Raúl es un hombre demasiado galante para... En este momento llamaron al ventanillo y el objeto de esos elogios mostró su fino bigote en la estrecha abertura. Con su inconveniencia natural, la comandanta iba a acogerle amablemente como visitante, pero al verse en un espejo los papillotes desrizados y el peinador deslucido, se escondió precipitadamente en el comedor.

Palabra del Dia

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