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Actualizado: 9 de junio de 2025


De todas maneras, hasta acostumbrarse más a estas posturas violentas, no dejen ustedes de agarrarse al respaldo. Ya, ya respondió Bermúdez que no podía agarrarse más de lo que estaba ; pero lo que veo yo es que el agua anda si entra o no entra por este costado, y que vamos echando demonios. Y aunque entrara, ¿qué? ¡Pues digo! ¡como si fuera lo más usual y corriente!

Los únicos vestigios del crimen quedaban en una escudilla de madera en el cuarto del bufón. Y el bufón, vuelto al fin en de tan violentas impresiones, se lavaba las manos borrando un vestigio de otro crimen, mientras la fuente se lavaba en la repostería.

Desde entonces la vida de los dos se desarrolló con violentas alternativas: primeramente discusiones buscadas por ella, que terminaban con golpes, y luego, tras la mirada implorante del esposo, la feliz reconciliación. Hasta le permitió que volviese al arte cinematográfico, siendo protagonista de varios films, cuyos argumentos se hacía relatar ella anticipadamente.

En esta disposición de ánimo, Elisa estaba determinada a todo lo que pudiese asegurarle la victoria. Pero, en medio de sus más violentas pasiones, la prudencia no la abandonaba. Calculaba con serenidad, como si estuviese en calma.

Todo es gigantesco en estos cuadros: la indomable voluntad y la fuerza férrea de sus personajes, como la noble hidalguía y el recato de las señoras, las más eminentes virtudes, como las pasiones violentas y los crímenes. ¡Y qué diferencias características en todas estas creaciones!

Asustada en el primer momento por las ondulaciones violentas de la muchedumbre que llegaban hasta ella, no sabía si huir u obedecer a su curiosidad, que la retenía inmóvil. ¿Qué era aquello...? ¿Se pegaban?

Las violentas discusiones en que se llegaba a vociferar y a injuriarse le esparcían la estancada bilis, y la función digestiva y respiratoria se le activaba, produciéndole gran bienestar. Disputaba por higiene: aquella gimnasia de la laringe y del cerebro le desinfartaba el hígado. ¿Con que usted no tiene ideas políticas?

En uno de los extremos asomaba entre almohadas una cabeza reclinada con abandono. Era un semblante desencajado y anémico. Dormía. Su sueño era un letargo inquieto que se interrumpía a cada instante con violentas sacudidas y terrores. Sin embargo, parecía estar más sosegada cuando al medio día volvió a entrar en la pieza el padre de Florentina, acompañado de Teodoro Golfín.

Tenebroso era el bosque que les rodeaba, y las ramas de los árboles crujían agitadas por ráfagas violentas, mientras un solemne y añoso árbol se quejaba lastimosamente como si refiriese á otro árbol la triste historia de la pareja que allí se había sentado, ó estuviera anunciando males futuros.

Desenfadada, tenía movimientos bruscos, salidas de tono violentas; era bromista de mal gusto, y necia, por consiguiente, y si se creía molestada, lanzaba la saeta de su sátira, sin cuidarse dónde hería, ni a quién hería.

Palabra del Dia

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