Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de junio de 2025
Piedras de bastante peso, arrojadas por los transeuntes ó arrastradas por las lluvias violentas, se veían flotando sobre el follaje polvoriento y mortecino; en el fondo se entrelazaban algunas ramas gruesas, y por entre sus hojas veía la negrura temida de un abismo. Un sordo murmullo salía de allí constantemente como quejidos de algún animal encerrado.
Nadie quería seguirle, cuando los navegantes contemplaron atemorizados el aspecto aterrador de la punta de América, la desolada Tierra del Fuego, y el fúnebre cabo Forward. Esa comarca, arrancada del Continente por violentas convulsiones, por la furiosa ebullición de mil volcanes, aseméjase á una tormenta de granito. Hinchada, resquebrajada por un enfriamiento repentino, su aspecto es horroroso.
Mas esta operación no se efectuaba sin las violentas conmociones y sacudidas que se observan en el seno de la naturaleza, sin las acciones y reacciones a que da origen toda fermentación.
En ayuda de las ideas morales vienen los sentimientos, que tambien los hay muy morales, y poderosos, y bellísimos; porque Dios al permitir que sacudan y conturben nuestro espíritu violentas y aciagas tempestades, tambien ha querido proporcionarnos el blando mecimiento de céfiros apacibles.
Los cabellos empezaban á blanquear en las sienes y en la barba que cubría ahora sus mejillas. Había vivido veinte años en un mes... Al mismo tiempo parecía más joven, con una juventud que irradiaba vigorosa de su interior, con la fuerza de un alma que ha sufrido las emociones más violentas y no puede ya conocer el miedo, con la satisfacción firme y serena del deber cumplido.
Deseoso de conservar su prestigio de gran señor, celoso del respeto de la servidumbre y de la consideración de sus convidados, temió las escenas violentas que poblaban de aullidos femeninos los salones y hasta las escaleras de su lujosa residencia.
El cielo gris derramaba violentas lluvias, acompañadas algunas veces de copos de nieve. La gente, vestida ya con trajes ligeros, abría armarios y cofres para sacar capas y gabanes. La lluvia ennegrecía y deformaba los blancos sombreros primaverales. Hacía dos semanas que no se daban funciones en la Plaza de Toros.
Debajo de sus líneas correctas y firmes se adivinaba un espíritu altivo, sin ternura. Aquellos ojos azules no eran los serenos y límpidos que sirven de complemento adorable a ciertas fisonomías virginales que pueden admirarse alguna vez en nuestro país y más a menudo en el norte de Europa. Estaban hechos, sin duda, para expresar un tropel de vivas y violentas pasiones.
No tardaría su madre en saberlo. Por la noche tempestad en el comedor de su casa. Y Rafael, siempre caminando hacia la casa azul, pensaba con amargura en su situación. ¿A qué iba allá? ¿Por qué empeñarse en complicar su vida con dificultades que no podía vencer? Recordaba las dos o tres escenas cortas, pero violentas, que meses antes había tenido con su madre.
El pueblo cubano, en aquel tiempo, y cuantos vivimos en aquella época lo sabemos, no quería en su mayoría al menos, la revolución. El Gobierno de España nos había dejado entrever una mejor condición política, sin sacudidas ni agitaciones violentas.
Palabra del Dia
Otros Mirando